¿Obispo de Roma y Vicario de… Lucifer? José Arturo Quarracino.

20 Novembre 2024 Pubblicato da Lascia il tuo commento

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, José Arturo Quarracino, a quien va nuestro agradecimiento, ofrece a vuestra atención estas reflexiones sobre la situación en la cúspide de la Iglesia. Feliz lectura y circulación.

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¿Obispo de Roma y Vicario de… Lucifer?

Las últimas acciones y nombramientos efectuados por Jorge Mario Bergoglio y el privilegio que le concede a la presencia y promoción de la homosexualidad muestra con toda claridad que el ex Vicario de Cristo se ha sentado en el Trono del Señor, sintiéndose o auto percibiéndose como Jefe Supremo de la neo Iglesia “sinodal” fundada por él. Cumpliendo así la profecía anunciada por san Pablo: “Nadie os engañe en manera alguna, porque primero debe venir la apostasía y hacerse manifiesto el hombre de iniquidad, el hijo de perdición;  el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se llama Dios o sagrado, hasta sentarse el mismo en el templo de Dios, ostentándole como si fuera Dios” (2Ts 2, 3-4).

Las estadísticas oficiales de la Santa Sede muestran que Jorge Mario Bergoglio es el 266º pontífice de la Iglesia Católica. Pero en el último tramo de su oficio el Papa argentino, sobre todo a partir de la muerte de Benedicto XVI,- se ha hecho acreedor al título de… Vicario de Lucifer, con su rechazo práctico de la Revelación en su conjunto -manipulando y tergiversando los textos de la Sagrada Escritura, calificando la Tradición como “indietrismo” y dando la exclusividad a su propio “magisterio” en detrimento del bimilenario Magisterio pontificio y eclesial.

Pero es el desplazamiento que ha hecho don Jorge Mario de la persona de Jesucristo y de su presencia real y actual en la vida de la Iglesia a lo largo de su pontificado y la mutación de la Una Santa, Católica, Apostólica y Romana en “Iglesia sinodal” -en la que tiene la primacía “la conversación con el Espíritu” y la disolución jerárquica del Corpus Christi, convertida en asamblea democrática- lo que muestra la esencia diabólica de este engendro institucional impregnado de jesuitismo sin Cristo.

 

Como hemos analizado su momento, hubo dos momentos en el año 2020 en el que el obispo de Roma hizo público su distanciamiento de Jesucristo como cabeza de la Iglesia, para “asumir” su rol político de jefe político de la institución y ponerla al servicio de los planes delirantes y siniestros de los dueños del Imperialismo Internacional del Dinero, que tienen como objetivo el sometimiento total y absoluto del mundo -pueblos y riquezas- para su disfrute exclusivo y sectario.

El primer momento fue la publicación del Anuario Pontificio 2020, en el cual el “papa” Francisco eliminó los títulos que definen la esencia y el sentido del Papado -Vicario de Cristo, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia universal, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolitano de la Iglesia Romana, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, Siervo de los Siervos de Dios-, al considerarlos “cosas del pasado”. Despojado de estos títulos “del pasado” el “Papa” Bergoglio reivindicó ser simplemente Obispo de Roma[1].

El segundo momento fue la oficialización que se hizo pública el 8 de diciembre de 2020 de la adhesión del Vaticano a los planes de la Baronesa Lynn Forester de Rothschild, plasmados en la conformación del Concejo para el Capitalismo Inclusivo, con la misión impuesta al obispo de Roma de ser el capellán-bufón de esos planes, convirtiendo a la Santa Sede en socia y sierva del proyecto globalista del Nuevo Orden Mundial[2]. ¿Con qué objetivo? Hacer de la Iglesia Católica una institución híbrida e insustancial, para que no actualice la acción que llevó a cabo la obra evangelizadora en el siglo V d. C., luego de la caída del Imperio Romano y del fin de la Edad Antigua.

Una vez convertida en jefe y monarca absoluto, el obispo de Roma y socio de la Casa Rothschild llevó adelante la mutación de la Iglesia en una institución híbrida, sobre todo convirtiendo la persona del Resucitado en un personaje sin presencia ni realidad en la vida institucional, como se vio con toda claridad y evidencia en la Jornada Mundial de la Juventud 2023 y en el “Sínodo sobre la Sinodalidad”, ambas actividades despojadas de todo carácter cristológico[3]. En definitiva, un verdadero golpe de Estado y destronamiento contra el mismo fundador de la Iglesia Católica: Nuestro Señor Jesucristo.

Y una vez destronado Cristo, comenzó la ofensiva bergogliana contra la misma Iglesia Católica, empezando con la promulgación el 18 de diciembre de 2023 de la impúdica Declaración Fiducia Supplicans publicada por una auténtica Madame Bovary del cardenalato vaticano, especialista en el arte de besar y en la espiritualidad del orgasmo femenino, don Víctor Manuel Fernández. Esta Declaración constituyó un verdadero y atronador fracaso en el “magisterio” bergogliano, cosa que no importó en absoluto al promotor del texto y a su editor, porque en realidad acompañaba la “desmasculinización” de la Iglesia soñada por Bergoglio, no tanto mediante la promoción de mujeres en puestos vaticanos, sino también y fundamentalmente mediante la designación de funcionarios, prelados y cardenales promotores del reconocimiento y aceptación prácticos de la homosexualidad como condición “normal” no pecaminosa, e incluso querida por Dios mismo, tarea de la que ya había sido pionero el execrable sacerdote jesuita estadounidense James Martin.

Que esta homosexualización de la Iglesia constituye una “política de Estado” del obispo romano Bergoglio lo demuestra el último de los escándalos que ha provocado en estos días el nombramiento del fraile franciscano Roberto Pasolini como predicador de la Casa Pontificia, en lugar de fray Raniero Cantalamessa, quien estuvo en el cargo durante 44 años. ¿Cuáles habrán sido los méritos que habrá valorado el pontífice “desmasculinizador” para efectuar tal nombramiento? Seguramente habrán sido las afirmaciones que hizo el neo funcionario vaticano a comienzos del presente año, en una exposición que brindó sobre el tema “Homosexualidad y Vida cristiana” en un encuentro llevado a cabo en Varese[4], en la que sugirió no sólo que podría haber habido relaciones homosexuales entre personajes bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento, sino que mencionó teorías que “sugieren una posible relación homosexual entre Cristo y los discípulos” (¡!!!!!!). Más aun, este “experto” da a entender que “la Biblia no condena las relaciones homosexuales como tales, sino que los autores de las Escrituras no concebían la homosexualidad como una «orientación», ya que este concepto no existía en la cultura de su tiempo”. Es decir, para “don” Roberto la Biblia es un simple texto literario, anacrónico, no el texto por excelencia en el que Dios habla in aeternum, ya que también Él, el mismísimo Dios en persona, se quedó en el pasado, no sabía que iba a llegar un momento en el que la homosexualidad iba a ser entendida como una «orientación”. En síntesis, una locura total.

Pero es al autor de este desvarío descomunal que don Jorge Mario lo nombra en un cargo tan delicado en el Vaticano, confirmando así que su intención es prostituir la Santa Iglesia de Cristo, llenándola de homosexualismo, de homosexualidad y de homosexuales, junto con la protección a abusadores seriales -como el ex sacerdote jesuita Marko Ivan Rupnik-; la exaltación continua de prostitutos travestis de Torvaianica como “pobres” y “sin techo”, cuando en realidad no lo son; el permiso silencioso a sacerdotes, obispos y cardenales de presidir “eucaristías” LGBT+; la prohibición de celebrar cotidianamente la Misa Tradicional en latín, sólo permitida con autorización episcopal o vaticana; la calificación de “indietrismo” a todo aquél que base convicciones y creencias en la Tradición o el Magisterio eclesial. En esta “Iglesia” bergogliana inclusiva, cualquiera puede criticar a Jesucristo por “sectario, tradicionalista, cerrado, etc.” (padre Antonio Spadaro SJ) o poner en duda su sexualidad, como es el caso del nombrado Pasolini, sin ningún perjuicio o sanción. Pero a quien pone en duda su delirio de la “Iglesia sinodal” es expulsado del episcopado activo (caso monseñor Joseph Edward Strickland), o es cismatizado quien critica el carácter anticristiano y anticatólico del pontificado bergogliano (caso arzobispo Carlo Maria Viganò). De Dios, de Jesucristo y de los Santos se puede hablar mal, no hay ningún problema, pero no del obispo de Roma, quien evidentemente se auto percibe como “ultra Christus”, por encima de Cristo, aunque en realidad y en verdad no es nada más y nada menos que Vicario, pero Vicario de Lucifer, porque como afirma el mismo Jesucristo, “El que no está conmigo, está contra Mí. Y el que no acumula conmigo, desparrama” (Mt 12, 30; Lc 11, 23).

Posiblemente a más de uno podrá sonarle exagerado o sacrílega esta última definición, pero es evidente que don Jorge Mario Bergoglio no ha llevado a cabo un pontificado heterodoxo, sino que en realidad ha puesto en práctica un plan político de neutralización e hibridación de la Iglesia Católica, para que ella no haga frente a los designios diabólicos transhumanistas del Nuevo Orden Mundial de la plutocracia angloamericana globalista ni se constituya como fuente de renacimiento y renovación del mundo y de evangelizadora de los pueblos, como supo hacerlo a fines de la Antigüedad y comienzos del Medioevo. Es decir, don JMB no ha sido realmente Pontífice de la Iglesia, sino operador y representante político de la Casa Rothschild y de su agente George Soros. En este sentido, no hay que criticar o juzgar su pontificado como heterodoxo, sino como la mayor operación de infiltración política que ha sufrido la Iglesia del Señor a lo largo de su historia. Bergoglio obtemperat, Domus Rothschild celebrat et gratias agit.

 

José Arturo Quarracino

20 de noviembre de 2024

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