La gran mentira: Francisco y su “Sínodo”. P. Joachim Heimerl
13 Novembre 2024
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Marco Tosatti
Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el padre Joachim Heimerl, a quien agradecemos de todo corazón, les ofrece estas reflexiones sobre el Sínodo que acaba de concluir. Disfruten leyendo y compartiendo.
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La gran mentira: Francisco y su “Sínodo”
por el padre Joachim Heimerl von Heimthal
Es posible que también ustedes se hayan preguntado cuándo el Papa Francisco afirmó por primera vez que la “sinodalidad” es parte de la esencia de la Iglesia. Después de todo, hasta el día de hoy nadie sabe lo que asocia con este término y no aparece en ninguna parte de la historia de la Iglesia.
Cuando Francisco convocó el “Sínodo sobre la Sinodalidad”, de dos años de duración, es posible que ustedes se hayan sorprendido aún más y probablemente también sobre sus resultados, que ahora están disponibles en el documento final.
¿Pero qué hay detrás de todo esto o cuál es “el núcleo del caniche” [la cuestión central], según la frase del Fausto de Goethe?
En pocas palabras, detrás de lo que Francisco llama “sinodalidad” hay solamente un complejo sistema de mentiras, e incluso el “Sínodo sobre la sinodalidad” fue una mentira en sí mismo: no fue un “Sínodo de los obispos”, porque una cuarta parte de los participantes no eran obispos, sino laicos.
Fuera de eso, ningún “Sínodo de los Obispos” tiene autoridad, ya sea que se atribuya al “Espíritu Santo” o al “sentir de fe de los fieles”. Esto, por cierto, lo es tanto menos cuanto que Francisco ha ocupado estratégicamente el sínodo; sus resultados eran claros desde el principio.
Tal “Sínodo” es solo una cosa: es un etiquetado fraudulento del Papa, y muestra de manera aterradora la naturalidad con la que Francisco maniobra conscientemente con mentiras.
Finalmente, este “Sínodo de los Obispos” fue solo algo así como una súper mentira, así que llamémoslo la “mentira papal número 1” en nuestro contexto.
La “mentira papal número 2”, en cambio, consiste en el hecho de que Francisco siempre ha subrayado que la “sinodalidad” no es un proceso político, sino un proceso genuinamente “espiritual”.
Por supuesto, se puede dudar de que un Papa pueda prescribir “procesos espirituales”, porque ni siquiera un Concilio se podría pensar a sí mismo como un “proceso espiritual”.
Por el contrario, que el “Sínodo Mundial” no fue un proceso “espiritual” sino puramente político ya quedó demostrado en su Documento final: punto por punto, se enumeran aquí los resultados de las votaciones individuales y se toman las decisiones por mayoría.
No hace falta decir que este es un método puramente político y no espiritual, y esto también se aplica al hecho de que no se puede votar sobre la Iglesia ni sobre la fe. Esto, por cierto, ciertamente no es el caso, cuando se considera que en la historia de la Iglesia no era raro que las minorías se aferraran a la Fe revelada, por ejemplo, en la época del arrianismo.
La “mentira papal número 3”, por otro lado, es más difícil de comprender porque se refiere a lo que Francisco llama habitualmente “discernimiento”.
En su opinión, este “discernimiento” es constitutivo de los procesos “sinodales”. Lo que el Papa entiende por “discernimiento” es, como siempre, poco claro. Lo único que está claro, sin embargo, es que al final del “Sínodo” él mismo renunció a cualquier forma comprensible de discernimiento y declaró que los resultados mayoritarios del Sínodo formaban parte del Magisterio papal. Pero al hacer esto dio al “Sínodo” una autoridad que no tiene, y que el Papa nunca puede atribuirle. Porque, incluso si hubiera sido un verdadero “Sínodo de los Obispos”, habría tenido, en el mejor de los casos, el carácter de Consejo, y ni siquiera el mismo Papa podría cambiar esto. No puede dar la autoridad que ha recibido de Cristo a terceros o simplemente compartirla. En otras palabras, Francisco ha reemplazado el Magisterio papal por un nuevo magisterio, que en realidad no existe y que se anula en el resultado de la votación de un seudo Sínodo de obispos. En este sentido, la conclusión del “Sínodo” fue un paso histórico, y la “mentira papal número 3” se revela como un acto de arbitrariedad papal y como una traición al propio oficio.
Pero a través de la sistematización de la mentira el Papa se ha puesto a sí mismo en una situación precaria: no pocas declaraciones del Documento final del “Sínodo” son incompatibles con la fe católica. En estos casos, muestran la rapidez con la que se ha evaporado el catolicismo y lo mucho que Francisco apoya este proceso. Para decirlo un poco más cruelmente, también se podría hablar de un “Sínodo” herético y de un “Papa hereje”, lo que cada vez más católicos están haciendo abiertamente ahora de manera bastante abierta.
Esta dimensión herética se hace más evidente allí donde el Sínodo habla de sí mismo en el Documento final y en ello esboza una comprensión de la Iglesia que sigue siendo puramente horizontal y comunitariamente mundana.
Mientras que, por otra parte, según la doctrina católica, la Iglesia es el sacramento universal de salvación, aquí la unión “sinodal” se sitúa ya en la proximidad de lo “sacramental” y en un paralelismo muy grave- próximo a la “celebración eucarística” (cf. n. 27). Incluso se afirma que el Espíritu de Dios actúa en el “Sínodo” de la misma manera que en la Santa Misa, que, por el contrario, es entendida únicamente como una comunidad protestante. El pecado y la gracia ya no juegan un rol aquí, el sacrificio de la cruz y la redención ni siquiera se mencionan.
Para decirlo con toda claridad: aquí no hay rastro de la Fe católica, y si la “sinodalidad” es algo, es el triunfo tardío de Lutero sobre la Iglesia.
Francisco es el único y absoluto responsable de todo esto, al instaurar un “magisterio” de mentiras y herejías, y no por primera vez. El objetivo de este “magisterio” es claro: Francisco y sus seguidores quieren fundar una nueva Iglesia que ya NO es la Iglesia de Cristo y que ya no sigue las huellas de los Apóstoles.
Esto es totalmente evidente en el problema de la llamada “ordenación de mujeres”.
El “Sínodo” y Francisco afirman en el Documento final que la ordenación de “mujeres diáconos” es una cuestión “abierta”.
Pero como tantas cosas, esto también es una mentira, porque incluso los Apóstoles impusieron sus manos exclusivamente a varones, y la Iglesia se vio justamente comprometida con esta Tradición apostólica a lo largo de los siglos. Es por eso que nunca ha habido “diaconisas” válidamente ordenadas, y habría sido deber del Papa aclararlo finalmente a más tardar al final del Sínodo. Pero esto es exactamente a lo que Francisco ha renunciado y en su lugar aprobó la mentira descarada de su “Sínodo”.
La cuestión supuestamente “abierta” ahora va a ser aclarada por los expertos en las secuelas, pero también hay otra mentira detrás de esta maniobra: la Fe de la Iglesia nunca es lo que los expertos individuales piensan que es, sino exclusivamente lo que la iglesia en su conjunto ha creído y practicado a lo largo de los siglos. Y esto incluye el hecho de que, según la práctica apostólica, sólo se puede ordenar a los varones.
Francisco y su “Sínodo” están lejos de esas verdades claras de la Fe. Las mentiras nunca conducen a la verdad ni tampoco a Jesucristo, quien dice muy claramente ante Pilato: “Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18, 37). Por otro lado, preferimos no escuchar la voz de Francisco y su sínodo. Las mentiras sinodales nos alejan de Cristo y de su Iglesia. Recordemos: el mismo Francisco negó la única salvación a través de Cristo poco antes del “Sínodo”, y con ello ya está TODO dicho respecto a él y su “Sínodo”.
Publicado originalmente por Marco Tosatti en alemán el 11 de noviembre de 2024, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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