La verdad del amor. Huellas para un viaje. Ensayo inédito de Benedicto XVI. Editorial Cantagalli
24 Settembre 2024
Marco Tosatti
Muy estimados StilumCuriales, ofrecemos a vuestra atención este libro editado por Cantagalli. Feliz lectura y difusión
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[La verdad del amor
Huellas para un viaje
Con un ensayo inédito de Benedicto XVI
Livio Melina y José Granados editores
Prefacio de Georg Gänswein]
Hoy vivimos una gran crisis antropológica marcada por la búsqueda de lo posthumano o de lo transhumano. Es una crisis social y cultural que conlleva un replanteamiento del hombre, a quien en el principio Dios creó varón y mujer. Una nueva idea del hombre parece contradecir, más allá de la fe, la naturaleza misma del género humano.
Lo afirma Benedicto XVI en el extraordinario ensayo inédito, uno de sus últimos escritos teológicos, publicado en este libro:
«Ahora se niega que el hombre, como ser libre, esté de alguna manera ligado a una naturaleza que determine el espacio de su libertad. El hombre ya no tiene una naturaleza, sino que se hace a sí mismo. Ya no existe una naturaleza del hombre: es el hombre mismo quien decide lo que es, varón o mujer. Es el hombre mismo quien produce al hombre y decide así el destino de un ser que ya no proviene de las manos de un Dios creador, sino del laboratorio de los inventos humanos.
Una naturaleza artificial o intelectual, concebida por el hombre libre que ya no tiene ningún límite y vínculo, supera su misma naturaleza y el orden que la preside. El dogma de la libertad ha conducido al hombre a una dimensión irreal que niega la evidencia de la realidad. El único orden que es tomado en consideración por el hombre nuevo es el mismo que él inventó».
La verità dell’amore Tracce per un cammino
- 344, EURO 23
Ufficio Stampa Edizioni Cantagalli
ufficiostampa@
Ofrecemos a vuestra atención algunos pasajes del prefacio de monseñor Georg Gänswein:
Hoy se cuestiona esta pertenencia de la diferencia sexual al núcleo de lo que es humano. Benedicto ve las causas en una forma de entender la libertad humana surgida con la Modernidad. Según él, es esencial que la libertad no consista en un dominio despótico sobre la propia naturaleza y el propio cuerpo. Esto se debe a que el cuerpo lleva en sí una sabiduría que proviene del Creador, quien moldeó sus miembros y los destinó al don recíproco entre las personas. Por lo tanto, en el cuerpo está inscrita una llamada a nuestra libertad. Una libertad que se cierra a esta llamada no es una verdadera libertad, sino -como la definía san Agustín- la libertad de un fugitivo, que huye constantemente de los demás, de Dios y de sí mismo.
De ahí que el lenguaje del cuerpo y de la sexualidad sean esenciales para que germine la libertad cristiana. Si el hombre no acepta que ha sido generado, intentará generarse a sí mismo, en un orgullo autopoiético que termina destruyendo sus propios orígenes, que recibió de Otro.
Frente a esto, la fe en Cristo, el Verbo hecho carne, nos recuerda que el cuerpo humano fue moldeado por el Creador, quien inscribió en él el lenguaje del amor y de la familia. Muchos hoy parecen confesar a Cristo, pero le niegan una palabra sobre el cuerpo, sobre los afectos, sobre la libertad, como si fueran realidades que sólo pueden ser determinadas por el análisis de nuestra cultura o por los cambios en las ciencias humanas.
Es en este contexto que aparece la referencia de Benedicto XVI al Caballero de Bamberg. Es probable que la estatua represente a Cristo, a quien el Apocalipsis contempla sobre un caballo blanco. El jinete se llama “Fiel y Veraz” porque “juzga y combate con justicia”, y su nombre es “Verbo de Dios” (Ap 19, 11-13). En su interpretación de la imagen, Ratzinger se separa por un lado del intento nazi de apropiársela como icono del dominio del más fuerte. El nazismo consideraba la visión católica demasiado condescendiente con el hombre. La fe habría sido atractiva para quienes, incapaces de imponer su fuerza, habrían acabado ensalzando las virtudes de los débiles, empezando por la humildad y el amor. Pero el desenlace de la guerra mostró, por el contrario, la fragilidad intrínseca de la ideología nazi. Para la visión católica, en cambio, la fuerza no consiste en un dominio despótico sobre el cuerpo, sino en el equilibrio de la virtud, que reconoce en las propias pasiones una sabiduría que nos precede y nos ayuda a orientarlas hacia el bien. Al contrario, el aislamiento del hombre en sus fuerzas autónomas resulta enormemente débil.
Es entonces comprensible que la imagen del Caballero de Bamberg recuerde la elevada imagen del hombre que propone la fe católica. Benedicto ve esta visión elevada en contraste tanto con la ideología marxista como con la religión musulmana. Ambas proponen lo que consideran una visión más realista del hombre, capaz de comprender mejor la debilidad y adaptarse a ella, y por tanto más sostenible. Según el marxismo y el Islam, la fe cristiana, al pedir demasiado al hombre, acabaría fracasando, destruyendo el bien posible del que el hombre es capaz. La diferencia fundamental radica en la idea cristiana de libertad, capaz de alcanzar el fin último del hombre, que es la imagen y semejanza con Dios.
Publicado originalmente en italiano por Marco Tosatti el 23 de setiembre de 2024, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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Tag: benedicto, GAENSWEIN, melina
Categoria: Generale