Entrevista del arzobispo Carlo Maria Viganò con Franca Giansoldati. Texto completo

22 Agosto 2024 Pubblicato da

 

 

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos a vuestra atención la entrevista que Franca Giansoldati realizó con el arzobispo Viganò. Feliz lectura y difusión.

 

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ENTREVISTA

DE FRANCA GIANSOLDATI

con el Arzobispo Carlo Maria Viganò  

 

  1. Un paso atrás en el tiempo: en 2011 el papa Ratzinger le imploró que aceptara el nombramiento de Nuncio en Estados Unidos, abandonando el rol que cumplía en la Gobernación donde usted estaba haciendo limpieza interna. Tuvo enfrentamientos con el cardenal Bertone, en ese entonces secretario de Estado, cuyo nombre está vinculado al escándalo del desvío de fondos del [Hospital] Bambino Gesù, aunque nunca fue investigado. ¿Qué le dijo Benedicto XVI? ¿Cómo fueron las cosas ese día y cuáles fueron los principales motivos de desacuerdo con Bertone?

Hablar de “desacuerdo” me parece un eufemismo. Hambriento de poder, carente de escrúpulos, manipulador, cercano a los círculos masónicos: este es el retrato del cardenal Tarsicio Bertone, de quien lamentablemente Benedicto XVI estaba bajo control. Bertone hizo todo lo posible para sacarme de la Secretaría de Estado, porque en mi cargo tan delicado le impedí promover a “sus” candidatos, hombres de su círculo, corruptos y a menudo sexualmente pervertidos. Logró transferirme a la Gobernación el 16 de julio de 2009, donde en mi acción para combatir la vastísima red de corrupción descubrí el rol y la complicidad del propio Secretario de Estado en el encubrimiento, la complacencia, la promoción de malas prácticas y la obtención de beneficios personales en ello. Benedicto XVI me dijo –durante la audiencia privada que me concedió el 4 de abril de 2011– que quería nombrarme Presidente de la Prefectura para Asuntos Económicos de la Santa Sede, pero Bertone (con la complicidad del Cardenal Lajolo, Presidente de la Gobernación, también involucrado en la red de corrupción) se impuso con fuerza al Papa y consiguió que me expulsaran de la Curia Romana.

Consciente de este complot urdido contra la Santa Sede y el propio Benedicto, y sabiendo que se estaba socavando la voluntad del Papa de que yo continuara “limpiando” (mientras mi destitución anularía el trabajo realizado y dejaría impunes a los corruptos), intenté Inicialmente resistí no sin grandes dificultades, ya que se me negaba cualquier acceso directo al Papa.

Así, después de un largo trabajo interno, una carta personal de Benedicto XVI me convenció de aceptar el nombramiento en Estados Unidos. Me escribió: «Quiero informarle que he reflexionado y orado respecto a su condición después de los últimos acontecimientos. La dolorosa noticia del fallecimiento de Su Excelencia monseñor Pietro Sambi me confirmó en la convicción de que su posición providencial en este momento es la Nunciatura en Estados Unidos de América. Por otra parte, estoy seguro de que su conocimiento de este gran país le ayudará a afrontar el exigente desafío de este trabajo, que en muchos sentidos es crucial para el futuro de la Iglesia universal».

 

  1. Bertone vive todavía en el “famoso” apartamento del Vaticano, mientras que a Usted, cuando terminó su mandato en Estados Unidos, le quitaron el apartamento en la Curia. Una última humillación. También aquí: ¿qué paso y cómo lo puede explicar? 

El apartamento que me asignaron estaba ubicado en el Hospicio Santa Marta, conocido como Santa Marta Vecchia (no confundir con la Domus Sactæ Marthæ) donde se alojaban los sacerdotes que trabajaban en la Secretaría de Estado y donde yo viví durante once años. Fue Juan Pablo II quien me lo puso a disposición cuando regresé de Nigeria. El entonces secretario de Estado, el cardenal Angelo Sodano, me envió una carta en la que especificaba que el motivo de este encargo solicitado por el Papa era “para que usted pueda residir permanentemente en el Vaticano”.

El mismo día que cumplía setenta y cinco años, en enero de 2016, recibí una carta firmada por el entonces sustituto Becciu, en la que me comunicaba que Bergoglio me ordenaba abandonar inmediatamente mi apartamento, negándome además la posibilidad de residir en el Casa San Benedetto creada por Benedicto XVI para los Nuncios jubilados. La justificación que me dio fue que ese apartamento era necesario para los jefes de Dicasterio. Por lo que sé, permaneció vacío durante al menos los siguientes siete años y tal vez siga así hoy. Se trataba claramente de una acción vengativa, porque Bergoglio quería deshacerse de alguien que sabía demasiado y que, al no ser ni chantajeable ni corruptible, entonces no era manipulable. Bergoglio también sabía que yo no me dejaría engañar por sus mentiras, ya que yo era plenamente consciente de ellas.

Lo importante, en todo caso, era alejarme del Vaticano, y así sucedió. Sin embargo, con los ojos de hoy, agradezco a la Providencia esta expulsión: si hubiese permanecido dentro de los muros del Vaticano no creo que hubiera podido disfrutar de la libertad necesaria para expresarme y denunciar a Bergoglio y sus cómplices.

 

  1. Recientemente, el tribunal de Enna condenó al sacerdote Don Rugolo, detenido en Ferrara en abril de 2021, a 4 años y 6 meses de prisión por intento de violencia sexual agravada contra un menor. De las investigaciones se desprenden inquietantes encubrimientos: ¿cómo se concilia esta actitud con la “tolerancia cero” para los casos de abuso sexual del clero afirmada por el papa Francisco?

En 2019 Bergoglio promulgó el Motu proprio Vos estis lux mundi, posteriormente modificado en 2023, en el que establece que un obispo que encubre un caso de acoso sexual de uno de sus sacerdotes debe ser destituido y juzgado. Este documento pretendía, según las intenciones de Bergoglio, acreditar la narrativa de “tolerancia cero”. La secuencia de escándalos que han salido a la luz también recientemente demuestra que en realidad se trata de una mera operación cosmética, que tiene también el efecto inmediato de llamar a Roma las causas de este tipo, permitiendo su seguimiento y, de hecho, su encubrimiento.

Frente a las detalladas denuncias del joven Antonio Messina por los actos cometidos entre 2009 y 2013 en Piazza Armerina por don Giuseppe Rugolo, en ese entonces todavía seminarista, la Curia y los Dicasterios romanos interpelados por la víctima y sus padres en 2016 no adoptaron ninguna medida. De hecho, el obispo Rosario Gisana actuó para encubrir el caso y ofreció 25.000 euros a la víctima para que silenciara todo. En una escucha telefónica hecha pública, monseñor Gisana admitió: «El problema también es mío porque encubrí esta historia… bueno, no importa, veremos cómo podemos salir de esto». Don Vincenzo Murgano, el sacerdote que sugirió a Antonio Messina que olvidara el ataque sufrido, desde 2019 es responsable del Servicio de Protección de menores en la diócesis de Piazza Armerina.

Trasladado a Ferrara en 2019 “para recibir un tratamiento”, Don Rugolo fue asignado por el arzobispo monseñor Giancarlo Perego a la pastoral de los fieles, exponiendo así a los jóvenes al riesgo de que el sacerdote reiterara sus crímenes. Perego, informado de «un proceso contra Don Giuseppe por un episodio anterior a su ordenación», declaró que «[Gisana] me mostró que este asunto ya había sido evaluado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, y que no constituía en absoluto una limitación a su presencia entre nosotros». Las responsabilidades de Perego son, por lo tanto, las mismas que las de Gisana, ya que no podía ignorar los motivos del traslado del sacerdote siciliano a su diócesis. Sin embargo, en el verano de 2020, Perego permitió a Don Rugolo, en la parroquia de Vigarano Mainarda, que organizara un campamento para adolescentes. De los autos procesales se desprende que entre marzo de 2020 y enero de 2021 Don Rugolo accedió a toda hora a sitios pornográficos con la clave de búsqueda “adolescente”, con un promedio de al menos 60 por día, mientras se reunía con jóvenes locales y hospedaba en un hotel. en Rávena, a un ex alumno suyo de Enna.

El pasado mes de diciembre de 2023, cuando Don Rugolo y otros cómplices fueron enviados a juicio durante el proceso penal instruido por el Tribunal de Enna, Jorge Mario Bergoglio expresó públicamente su agradecimiento por el trabajo de monseñor Gisana: «Bien hecho, este obispo, bien hecho. Fue perseguido, calumniado y se mantuvo firme, siempre, justo, un hombre justo. Por eso, aquel día que fui a Palermo, quise detenerme primero en Piazza Armerina, para saludarlo; es un buen obispo». Con este acto público interfirió fuertemente en la autonomía e independencia de los jueces italianos, utilizando la autoridad y el prestigio del Papado -que Bergoglio usurpa- para encubrir vergonzosamente la corrupción de sus protegidos.

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe, tan ansioso por imponer excomuniones a quienes denuncian el golpe modernista que se está produciendo en la Iglesia, obviamente guarda silencio. Su Prefecto, Tucho Fernández, es un pornográfico autor de obscenos panfletos heréticos y eróticos -entre ellos La pasión mística y Sáname con tu boca– y es evidente que tal figura no tiene intención de arrojar luz sobre escándalos en torno a los cuales él mismo y su Mandante han demostrado una inquietante contigüidad, protegiendo e incluso promoviendo a los culpables. ¿Cuáles son las posibilidades de que monseñor Gisana y monseñor Perego sean juzgados por Fernández, cuando Bergoglio debería ser el primer imputado en esta y otras causas penales similares? ¡Perro no come perro!

La Iglesia Católica se encuentra en la misma situación que muchos gobiernos: es rehén de una cúpula subversiva de corruptos y pervertidos, que han llegado a lo más alto de las instituciones y son capaces de silenciar todos los escándalos de los que son cómplices. Cuando salgan a la luz los horrores cometidos por esta organización criminal global, especialmente contra los menores, los responsables no tendrán dónde esconderse.

 

  1. Llegamos al cisma: ¿cómo está viviendo este momento lleno de tensiones?

Estos días, en Gran Bretaña, los ciudadanos protestan contra el gobierno, cuyas políticas de sustitución étnica a través del flujo continuo de inmigrantes irregulares imposibilitan la convivencia pacífica y provocan un aumento exponencial de la criminalidad. La policía tiene órdenes de reprimir todas las manifestaciones y de proteger contra las bandas de violentos extracomunitarios, en su mayoría islámicos, dispuestos a instaurar manu militari la Sharia en Inglaterra. En la práctica, el gobierno británico, para hacer desaparecer a los ingleses según el plan de la agenda globalista, promueve y financia la inmigración descontrolada, al mismo tiempo que reprime y oprime con impuestos a sus propios ciudadanos.

La situación en la Iglesia es muy similar. También en Roma hay un gobierno que quiere sustituir a su Jerarquía y al pueblo de sus fieles “desembarcando” -por así decirlo- en el seno de la Iglesia a una masa de personas que llevan adelante estilos de vida objetivamente incompatibles con la fe y la moral católicas, pero que la “Iglesia” sinodal de Bergoglio considera como sus principales interlocutores y acoge en nombre de la inclusión y de ¡todos todos todos! El que es ingenuo piensa que la Jerarquía actúa de esta manera quizás por un excesivo celo de caridad y compasión humana por los migrantes. Quien observa la realidad sin anteojeras comprende que el objetivo último del inmigracionismo bergogliano es crear división en el cuerpo eclesial, sabiendo cuáles son los resultados también del precedente de lo que sucede en la sociedad civil.

Este proyecto de sustitución étnica (y en este caso religiosa) actúa en dos frentes: en el externo, hace creer que para pertenecer a la Iglesia ni siquiera es necesario creer en el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo. y que todas las diferencias doctrinales y morales pueden ser superadas en nombre de una hermandad imposible (exactamente como los gobiernos globalistas nos hacen creer que es posible acoger a hordas de musulmanes en las naciones cristianas sin consecuencias devastadoras para el tejido social). La insistencia de Bergoglio y de casi todos los obispos en acoger a los inmigrantes forma parte de esta acción desintegradora. En el frente interno, por el contrario, Bergoglio abusa de la fuerza del Papado (que usurpa) para alejar de la Iglesia a los católicos que permanecen fieles, con el fin de eliminar cualquier oposición interna a su plan subversivo.

Los que denuncian el golpe bergogliano y, más en general, el golpe globalista, deben ser silenciados. La excomunión contra mí, aunque es claramente inválida y nula, constituye una forma de represión del disenso y debería servir como disuasivo para los demás. Estoy convencido de que habría faltado gravemente a mis deberes de Obispo y Sucesor de los Apóstoles si hubiera seguido guardando silencio, como desgraciadamente hacen todos mis Hermanos Obispos.

 

5.      El Vaticano afirma que el cisma se produjo porque en algunas de sus declaraciones usted negó la autoridad del Papa. ¿Cómo están las cosas?

El cisma es un pecado contra la unidad de la Iglesia. Se consuma cuando un bautizado se niega a someterse a la autoridad del Romano Pontífice y a permanecer en la comunión de Fe y Caridad de la Iglesia Católica. ¿Pero qué sucede si en lugar del Papa que defiende y gobierna la Iglesia hay un usurpador que la demuele sistemáticamente, elegido y nombrado fraudulentamente por la mafia de San Galo precisamente para este fin? La Iglesia Católica está ocupada por un cuerpo extraño que se le superpone y oscurece como en un eclipse: este cuerpo extraño no es la Iglesia, sino la anti-iglesia del Falso Profeta, y como tal no es posible estar en comunión con ella. Los católicos pertenecen a la Iglesia Católica, no a su falsificación conciliar y sinodal de la que Bergoglio es cabeza. Es Bergoglio quien se encuentra en estado de cisma con la Iglesia de la que pretende ser Papa, y como hereje y cismático no tiene ni puede ejercer ningún poder, ni exigir obediencia alguna.

Reitero, sin embargo, que el uso del poder judicial con fines políticos que presenciamos en la esfera civil, especialmente en Estados Unidos de América, se refleja en la esfera eclesiástica a través de sanciones canónicas instrumentales y engañosas. Y sé con certeza que la excomunión contra mí fue deseada directamente por Bergoglio, que es tan arrogante y descarado en su acción que premió con un cargo eclesiástico al funcionario que instruyó la causa, nombrándolo arzobispo: estamos mucho más allá de la simonía.

 

  1. ¿Dónde vive Usted? ¿En Suiza, en Estados Unidos o en Viterbo?

Después de mis memorias sobre McCarrick en agosto de 2018, un contacto mío de Estados Unidos me advirtió que mi vida estaba en peligro: por eso no vivo en un lugar fijo. No quiero terminar como el cardenal George Pell, ni como mi predecesor en Washington, el nuncio apostólico Pietro Sambi (quien enfrentó tan enérgicamente a McCarrick que sus gritos se pudieron escuchar en toda la Nunciatura mientras reprendía al cardenal depredador). El arzobispo Sambi murió en circunstancias nunca aclaradas, luego de una operación banal en el hospital John’s Hopkins de Baltimore (vinculado a la Fundación Bill y Melinda Gates y al Foro Económico Mundial de Davos). McCarrick desapareció durante un mes coincidiendo con la muerte del Nuncio y no asistió a su funeral. El certificado de defunción expedido a monseñor Jean-François Lanteaume, Encargado de negocios de la Nunciatura, no explicó las causas de la muerte del Nuncio, ni se ha practicado nunca una autopsia a monseñor Sambi.

 

  1. ¿Cuáles son sus consideraciones respecto a la acusación de haber rechazado el Concilio Vaticano II?

La acusación de haber «rechazado el Concilio Vaticano II» no tiene nada que ver con el cisma, porque en cualquier caso se trata de cuestiones de Magisterio y no de disciplina canónica. La acusación es engañosa: hay cardenales y obispos que niegan verdades de fe solemnemente definidas, sin que Bergoglio mueva un dedo, incluso los aplaude.

Me gustaría llamar la atención sobre un elemento fundamental y muy importante. Debemos comprender que “el golpe maestro de Satanás”, enemigo jurado de la Iglesia, consistió en apropiarse de la autoridad y abusar del poder asociado a ella, de modo que su acción desintegradora tenga todas las apariencias de legalidad al menos formal. Se suponía que el Concilio Vaticano II sería el instrumento legal para colocar el explosivo en los cimientos de la Iglesia, para luego detonarlo. Tenía que parecer un Concilio, tenía que dar la idea de tener la misma autoridad que el Concilio de Nicea o de Trento, pero al mismo tiempo no podía definir las herejías que el Magisterio ya había condenado como verdad que hay que creer. Entonces esos errores se insinuaron con el equívoco, con formulaciones deliberadamente imprecisas, que en el momento propicio pudieran servir como base sobre la cual implementar la revolución. Seguimos hablando del Concilio, pero deberíamos tener la honestidad de reconocer que para la “Iglesia conciliar” nacida con el Vaticano II sólo existe un “concilio”, el cual supera en autoridad e importancia a los veinte Concilios ecuménicos de la Iglesia Católica. .

La anomalía está representada por este Concilio, porque fue utilizado con un propósito subversivo, bajo la apariencia formal de un acto solemne de la Iglesia y con la autoridad (o más que la autoridad) del Papa y de los Padres Conciliares. El objetivo del Vaticano II era crear las premisas doctrinales -no necesariamente explícitas y a menudo escondidas en formulaciones ambiguas- para revolucionar la Iglesia, protestantizándola y secularizándola, para poder conducirla hacia la unión sincretista de todas las religiones. Y este es el proyecto de la Masonería: la Religión de la Humanidad ecuménica e inclusiva.

El Concilio Vaticano II se ha extendido en la Iglesia como un cáncer. Ha comprometido a todo el cuerpo eclesial -en todo orden y grado, en sus instituciones y estructuras- a la subversión de su constitución divina. El nuevo Catecismo, el nuevo Código de Derecho Canónico, la nueva Misa, los nuevos Sacramentos, la enseñanza en los seminarios y en las universidades, la predicación en las parroquias, la acción de las asociaciones católicas, la vida religiosa en los conventos y monasterios: todo ha sido manipulado y remodelado según el paradigma conciliar. Los resultados están a la vista de todos.

Por este motivo, así como la autoridad del Papa no puede usarse para destruir el Papado, la autoridad magisterial de un Concilio no puede usarse maliciosamente para destruir a la Iglesia. Pierde ipso facto su autoridad, desde el momento que anula la ratio, es decir, su objetivo último. Por lo tanto, mi rechazo del Concilio está motivado precisamente por el hecho de que este Concilio contradice al Magisterio infalible y a los veinte Concilios ecuménicos anteriores.

 

  1. Se dice que Usted quiere crear una Iglesia paralela, un poco como hizo monseñor Lefebvre. ¿Qué planes tiene para el futuro?

Monseñor Lefebvre nunca quiso crear una Iglesia paralela, sino que siempre ha dado testimonio de su fidelidad a la única Iglesia de Cristo y al Papado. Monseñor Lefebvre continuó haciendo lo que hizo como obispo hasta antes del Concilio: es la “Iglesia conciliar” la que cambió la doctrina, la moral, la liturgia y la disciplina. El continuó ordenando sacerdotes, dándoles una formación tradicional, para asegurar la celebración de la Misa apostólica.

Hoy, cincuenta años después, el plan subversivo denunciado por Lefebvre es aún más evidente y las respuestas que entonces eran válidas antes hoy exigen un nuevo enfoque. Aunque era evidente que los Papas como Pablo VI o Juan Pablo II eran modernistas, era impensable plantear la hipótesis de su deseo explícito de destruir la Iglesia. Hoy Bergoglio ha disipado todas las dudas y se muestra como un inimicus Ecclesiæ ferozmente decidido a llevar a cabo la tarea que le había sido asignada y que él mismo se había propuesto.

Estoy convencido de que mi acción -y la de todo pastor que se preocupa por las almas que le son encomendadas- debe ser hoy más amplia y debe apuntar no sólo a las vocaciones jóvenes, sino también a la “recuperación” de tantos buenos sacerdotes y religiosos -así como, por supuesto, los fieles laicos- que comprenden la gravísima crisis provocada por el Concilio. En tiempos de guerra, por así decirlo, es necesario unir y alistar a cualquiera capaz de luchar, incluso si no ha asistido a la academia militar. Todas estas almas que aman al Señor pueden ser acompañadas con caridad para volver a abrazar la Fe católica en su integridad y rechazar conscientemente la revolución conciliar y sus nefastas consecuencias.

Fundar una Iglesia paralela es el sueño de todos los heresiarcas: un verdadero católico, más aún si es obispo, permanece en la única Iglesia y continúa sirviéndola aunque fuera el único que queda para hacerlo. Intento hacer y predicar lo que la Iglesia siempre ha hecho y enseñado, porque esto es lo que he jurado solemnemente y lo que el Señor me manda. Por otra parte, hoy ningún católico honesto puede negar que la Jerarquía se ha vendido totalmente a los poderosos del mundo y que su traición es un escándalo incluso para los no creyentes.

 

  1. ¿Cuál puede ser la respuesta frente a esta ruptura?

Estamos atravesando un período de crisis muy grave en la Iglesia y en la sociedad. Las autoridades de todas las instituciones son hoy expresión de la élite globalista y obedecen a poderes supranacionales. Asistimos a una brecha profunda y casi insalvable entre quienes gobiernan -tanto el Estado como la Iglesia- y los ciudadanos o los fieles. Digamos que por un lado ha fracasado el pacto social que subyace al reconocimiento de la autoridad del Estado, y por otro lado el vínculo de obediencia a Cristo por parte de quienes ejercen la autoridad en la Iglesia. En la práctica, los gobernantes del Estado se han rebelado contra Cristo Rey y los exponentes de la Jerarquía católica se han rebelado contra Cristo Pontífice: su autoridad está usurpada. Es necesario sanar esta herida devolviendo a Cristo su señorío universal.

 

  1. En estos años de tensión, ¿el papa Francisco alguna vez levantó el teléfono para llamarle, o alguna vez le envió cartas o mensajes a través de un tercero? 

Nunca he recibido comunicaciones privadas de ningún tipo por parte de Bergoglio (ni de ninguna autoridad vaticana). En público, el jesuita argentino no tuvo reparo en insultarme y calumniarme. En una entrevista con Valentina Alazraki para la emisora ​​mexicana Televisa (aquí), Bergoglio mintió públicamente, negando la conversación que tuvo conmigo el 23 de junio de 2013. Incluso afirmó obsesivamente que no sabía nada sobre McCarrick:

«De McCarrick no sabía nada, por supuesto. Lo dije varias veces, no sabía nada, no tenía idea. Y cuando [Viganò] dice que me habló ese día, que vino… y no recuerdo si me habló de esto, si es verdad o no. ¡No tengo ni idea! Usted sabe que yo no sabía nada sobre McCarrick, de lo contrario no habría permanecido en silencio».

No puedo dejar de mencionar el recurso de Bergoglio a la calumnia, en una actitud que delata un alma cobarde y dispuesta a desacreditar la honestidad del interlocutor antes que refutar sus acusaciones.

Esto sucedió después de la publicación de mi testimonio a mi regreso del viaje a Irlanda, cuando Bergoglio dijo a los periodistas presentes: « Lean atentamente la declaración [de Viganò] y formulen su propio juicio. No diré una palabra sobre esto. Creo que el comunicado habla por sí solo y usted tiene suficiente capacidad periodística para sacar conclusiones. Es un acto de confianza: cuando haya pasado un tiempo y ustedes hayan sacado conclusiones, tal vez hable. Pero me gustaría que vuestra madurez profesional haga este trabajo: les hará mucho bien a ustedes. Está bien así».

Un año después, al responder a la vaticanista mexicana, retomó el tema: «Este caso de Viganò, no había leído toda la carta, la vi un poco… y ya sé lo que es, y he tomado una decisión: confío en la honestidad de los periodistas. Y les dije: “Miren, aquí tienen todo, estudien y saquen sus propias conclusiones”. Y esto hicieron ustedes, porque el trabajo lo hicieron ustedes, y en este caso fue fantástico. Tuve mucho cuidado de no decir cosas que no estaban allí, pero luego un juez de Milán las dijo tres o cuatro meses después cuando lo sentenció. […] Me quedé en silencio, porque hubiera tenido que tirar barro. Que lo descubran los periodistas. Y ustedes lo descubrieron, ustedes han encontrado todo ese mundo. Fue un silencio basado en la confianza en ustedes, periodistas. No sólo eso, sino que también les dije: “Estudien, eso es todo”. Y el resultado fue bueno, mejor que si me hubiera puesto a explicar, a defenderme. ustedes juzguen con la evidencia a mano».

Bergoglio intentó hacerme pasar por deshonesto y ladrón, refiriéndose a mis dolorosos y personales acontecimientos familiares, que involucraban a mi hermano sacerdote (golpeado por un derrame cerebral y manipulado por abogados sin escrúpulos), contra quien no quise enfurecerme impugnando una sentencia injusta, prefiriendo seguir el mandato evangélico (Mt 5, 40). Las acusaciones en mi contra fueron ampliamente desmentidas por todos mis hermanos y por la evidencia de los hechos (aquí).

Como es propio de la naturaleza de los tiranos, Bergoglio alberga hacia mí un odio implacable, no sólo por lo que he revelado sobre él, sino también y sobre todo por lo que todavía puedo revelar. Con la excomunión ha querido condenarme a muerte de alguna manera, pero la verdad no se puede matar.

Se ha entendido que Bergoglio no quiere resolver la crisis de la que es autor: quiere hacerla irreversible, porque su objetivo es crear división: divide et impera.

 

  1. Usted acusó al papa Francisco de haber ignorado los rumores relativos a la homosexualidad y al abuso infantil del cardenal McCarrick, que luego fue condenado por pedofilia, reducido al estado laical y expulsado del Colegio Cardenalicio. El Vaticano no tomó medidas hasta 2017, luego de una acusación considerada creíble. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Qué pruebas concretas había?

Como Delegado para las Representaciones Pontificias, me ocupé personalmente del caso McCarrick y desde entonces he pedido su destitución del Cardenalato. Mis superiores directos son responsables de no haber dado la debida consideración a mi juicio basado en testimonios incontrovertibles. Evidentemente, el trabajo de McCarrick convenía a alguien en la Secretaría de Estado, empezando por las enormes sumas recaudadas a través de la Fundación Papal que el Cardenal había creado en Estados Unidos. Recuerdo bien un comentario que me hizo el entonces monseñor Sandri, con quien compartí el mismo despacho durante once años como secretario del Sustituto: «¡Pero este McCarrick siempre está aquí!», Luego que pasó a ser sustituto, fue precisamente a monseñor Sandri a quien entregué mi Nota sobre McCarrick, pero su ambición y sus perspectivas de avance profesional le llevaron a guardar silencio y a encubrir los escándalos. El hecho de que me haya expresado repetidamente su terrible opinión sobre Bergoglio: -«¡Ese hombre está loco!»– de todos modos eso no le impidió convertirse en su cómplice.

Bergoglio debe su “elección” a McCarrick: lo declaró el propio McCarrick durante una conferencia en la Universidad de Villanova, donde el 11 de octubre de 2013 afirmó que había favorecido la elección de Jorge Mario Bergoglio durante las Congregaciones Generales previas al Cónclave celebrado unos meses antes. y de haber hablado de ello con «un caballero italiano muy influyente» (aquí), quien le habría confiado cómo en cinco años el nuevo Papa habría “reformado” – es decir, revolucionado – la Iglesia.

McCarrick también tuvo fuertes conexiones con representantes del Partido Demócrata y contactos frecuentes con la Casa Blanca durante la Administración Obama-Biden, pero también con los presidentes anteriores. McCarrick participó, por ejemplo, en nombre del gobierno estadounidense en negociaciones con los ayatolás iraníes para el desarrollo de armas nucleares.

Eso no es suficiente: McCarrick colaboró ​​estrechamente con el entonces Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Denis McDonough, en la gestión de la Alianza para la Prosperidad querida por el presidente Obama, que sólo en 2014 -con la apariencia de acción humanitaria- favoreció el tráfico de 65 mil niños no acompañados, trasladados a Estados Unidos a través de la frontera con México, según reveló el taquígrafo de la Casa Blanca Mike McCormick.

Finalmente, Bergoglio también recurrió a McCarrick para el acuerdo secreto sino-vaticano, fuertemente apoyado tanto por los jesuitas como por el establishment democrático.

La sensacional acción de Bergoglio con su degradación del Cardenalato y su renuncia al estado clerical sirvió para salvar la “reputación” de Bergoglio. Pero estas sanciones no se decidieron luego de un juicio justo: los testigos no tuvieron la oportunidad de dar los nombres de los cómplices y el juez no pudo imponer ninguna indemnización para las víctimas, porque Bergoglio se ha arrogado el derecho de definir res judicata, sin divulgar  el decreto oficial, que también es un acto público. La medida administrativa decidida por Bergoglio debía ocultar la red de complicidades en la que estaba personalmente involucrado, y así fue.

El motivo por el cual el Vaticano no tomó medidas hasta febrero de 2019 (es decir, seis meses después de la publicación de mi Memorial) es que el escándalo ya no era manejable, a pesar de que los crímenes de McCarrick eran conocidos desde hacía décadas. La paradoja se produjo con la publicación, el 10 de noviembre de 2020, de un importante Informe sobre McCarrick elaborado por el abogado Jeffrey Lena y que costó millones a la Santa Sede, en la que se llegó  a atribuirme falsamente la responsabilidad por no haber iniciado rápidamente un procedimiento canónico contra McCarrick (aquí).

 

  1. ¿Como Obispo y pastor de almas, ¿quiere dejar un mensaje para nuestros lectores?

La Sagrada Escritura nos advierte sobre el reino del Anticristo que se establecerá en todo el mundo en los últimos tiempos y sobre el rol del Falso Profeta en la manipulación de las masas. Es difícil no ver la preparación de todo esto en la ideología globalista que encarna el proyecto sinárquico de la masonería y en la total sumisión a ella de los líderes de la iglesia bergogliana. Y aquí no estamos hablando de cuestiones abstrusas, sino de los fundamentos mismos de la fe católica: la unicidad de la Iglesia como instrumento de salvación, su misión de conversión de las almas a Dios, la necesidad de restaurar la realeza social de Cristo. como única guarnición contra toda tiranía, temporal y espiritual.

Antes de la segunda venida de Nuestro Señor, la Iglesia -que es su Cuerpo Místico- debe atravesar su Passio en una feroz persecución: la Sagrada Escritura lo dice claramente, en particular el libro del Apocalipsis de San Juan. Esto debe hacernos comprender la importancia de dar testimonio de Cristo y denunciar a los falsos profetas que intentan persuadirnos a hacer pactos con el mundo.

 

20 Agosto 2024

 

Publicado originalmente en italiano el 21 de agosto de 2024, en https://www.marcotosatti.com/2024/08/21/intervista-dellarcivescovo-carlo-maria-vigano-con-franca-giansoldati-testo-integrale/

 

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

 

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1 commento

  • Amparo ha detto:

    CORAGGIO, ECCELLENZA. SONO CON LEI.
    Ánimo, Excelencia, estoy con usted. Más aún. Somos miles y miles de católicos, hijos fieles de la Iglesia como gustaba decir Santa Teresa de Jesús, los que hemos abierto ya los ojos. Sabemos que la Iglesia bergogliana -sinagoga de satanás- NO ES LA IGLESIA DE CRISTO. Ya decía San Agustín que en los últimos tiempos la Iglesia tendrá una apariencia de caducidad.
    Quisiera proponerle algo que dejo a su libre elección: ¿Por qué no consagra Obispos? Somos muchos los que deseamos oir la Santa Misa, confesarnos y recibir la Sagrada Comunión dignamente.
    De todas formas, cuente con mi apoyo incondicional. SÓLO VUESTRA EXCELENCIA MERECE EL NOMBRE DE OBISPO.