En defensa del Principito y de Saint-Exupery, que no era masón. Bernardino Montejano.

21 Agosto 2024 Pubblicato da

  Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el Prof. Bernardino Montejano, a quien damos las gracias de todo corazón, ofrece a vuestra atención esta defensa del autor de El Principito contra las acusaciones de pertenencia a la masonería. Feliz lectura y compartir.

 MASONERÍA, FRANCISCO, EL PRINCIPITO

Como varias personas que estimo, me han preguntado ¿por qué? considero a otras no gratas, quiero aclararlo con esta nota y dar por terminado, un asunto muy desagradable.

Para empezar, una recomendación para el papa argentino: el texto de otro papa, que podríamos denominar “SIN EQUÍVOCOS” y que pertenece a la encíclica “Notre Charge Apostolique”:  “Verdad es que Jesucristo nos ama  con amor inmenso, infinito y que vino a la tierra para padecer y morir, para que reunidos en torno suyo, en la justicia y el amor, todos los hombres vivan en paz. Pero, con autoridad suprema, puso por condición de esa felicidsad temporal y eterna, ser de su rebaño, aceptar su doctrina, practicar la virtud…

Además, si Jesús fue bueno con los extraviados y pecadores, no respetó sus convicciones erróneas por sinceras que parecieran; los amó para instruirlos, convertirlos y salvarlos… Si levantó a los humildes… no fue para inspirarles rebeldía a la obediencia… Si su corazón rebosaba mansedumbre para las almas de buena voluntad, no dejó de encenderse en santa indignación contra los profanadores de la casa de Dios, contra los miserables que escandalizan a los pequeñuelos, contra las autoridades que abruman al pueblo con cargas insoportables sin que ellos pongan un dedo para ayudarlas a levantar.

 Fue tan enérgico como manso… y nos enseñó que el temor es el principio de la sabiduría… trazó con la palabra y el ejemplo de la felicidad posible en la tierra y de la bienaventuranza perfecta en el cielo: el camino real de la Santa Cruz”.

Como hoy vivimos en la Iglesia saturados de equívocos y ambiguedades, fuentes de anarquía mental y moral, este es el ejemplo de un papa canonizado, quien en tiempos no tan lejanos, nos enseñó a ser unívocos, claros y precisos.

Ahora, voy al grano y quiero transcribir la primera página de la contracara n°100 tv1 toda la verdad primero, titulada “El Principito está de regreso, su nombre es Francisco”. Allí, se entrevista a Laura Andrea Vergara Ceballos, quien “relata la trama masónica y el contenido esotérico de ‘El Principito’, obra del masón Antoine de Saint-Exupéry, hombre del cual se ha construido un mito que no da cuenta de que su vida, su obra y sus acciones entrañaron en realidad. Canon de las escuelas del mundo, leído por todos, pero entendido por muy pocos, ‘El Principito’ relata la historia del adversario de Dios, Lucifer, quien en esta obra es retratado como la fatalidad, como el destino oscuro al que irremisiblemente debería encaminarse la humanidad. Una oda a la masonería en tanto que fraternidad de alcoholitos del maligo, El Principito, hoy encarnado en la figura de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco”.

Basta la cita para acreditar los eructos de la entrevistada con la complacencia de quien la entrevistó, que eliminó el programa de sus archivos tras una eficaz gestión de José Luis Rinaldi.

Pero ahora, a los hechos. No existe ningún documento que acredite el ingreso de Saint-Exupéry a la masonería en Francia, en España, en la Argentina, en Estados Unidos, ni en el Sahara Español. Es una mentira más de los Hermanos Tres Puntos para apropiarse y usar del personaje.

“El Principito” lo escribe en medio de la guerra en los Estados Unidos, es una síntesis de su pensamiento y fue anticipado por dibujos del niño que llevaba en su corazón y que un día lo haría hablar. De ningún modo es una historia de Lucifer, como afirma esa bruja disfrazada de hada. Es un cuento que le encargaron para Navidad.

Y ¿cual era el significado de esa fiesta para el aviador? ¿Era para reunir a la familia? ¿Una ocasión para intercambiar regalos? ¿Una oportunidad para vender más en los comercios? ¿Un fin de semana largo cuando cae en viernes o lunes?

Nada de eso. En “El Principito”, la Navidad se une al pozo que el aviador y su amigo encuentran en medio del desierto. Su agua es gratuita y como regalo buena para el corazón. El primero recuerda: “… cuando era pequeño, la luz del árbol, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, hacían todo el resplador del regalo de Navidad que recibía” (XXV).

En la Nochebuena de 1942 junto a su mujer, el piloto asistió a misa y Robert Boname nos relata sus expresiones al retornar: ¡estaba bien calefaccionado! ¿Cómo queréis que uno se pueda recoger si está demasiado confortable? Para sentirse cerca de Dios, es necesario tener la impresión de pescarse una pulmonía” (Icare, París, 1978, n°84, p. 109).

En su última Navidad, recuerda la del viejo castillo: “Noche de Navidad. Había en La Mole… un redil extraordinario, un pesebre con corderos y caballos y un buey y pastores y tres reyes magos diez veces más grandes que los caballos. El reconocimiento del mundo por el nacer de un niñito es asombroso ¡dos mil años más tarde!” (Écrits de guerre, Gallimard, París, 1982, p. 464). Queda demostrado con sus palabras y sus obras qué era la Navidad para Saint-Exupéry.

El otro punto de discrepancia, es que para Brujilda, la encarnación de El Principito, o sea del aviador, es hoy el papa Francisco.

Como estudioso de Saint-Exupéry y paciente feligrés del peor papa en siglos, creo que solo comparten la naturaleza humana, el blanco del ojo y la raya del traste.

 Un abismo separa al aristócrata que quiere a Francia como una carne y al plebeyo de Boedo, que no viene a la Argentina desde hace más de diez años.  Al héroe, que fue el decano de los pilotos en la guerra nundial, del cobarde que se atrincheró en el Vaticano, durante la última peste. Al mangnánimo, que todo lo ponía en el marco de la grandeza, con el tacaño clausurado en su pequeñez. Al agradecido, con quienes lo formaron en la vida y en la aviación, con el ingrato que nunca reconoció a los grandes jesuitas como Furlong, Castellani, Bojorge. Al hombre de admirables amistades, como Guillaumet, Mermoz, Gavoille, con el hombre que gozaba recibiendo a delincuentes como el Caballo Suárez, Hebe de Bnafini, Milagro Sala, Grabois. A un constructor, que en la Argentina, en poco más de un año, llevó con su avión el progreso a las lejanías patagónicas, de un destructor en lo que puede de la Iglesia unviversal, como lo hizo con la de Buenos Aires; a un hombre ejemplar, en el mando de la base de Cabo Juby y en nuestra Aeroposta, donde reunió a lo mejor de la naciente aviación argentina, con un ese anti arquetipo que repele lo mejor como los cardenales Pell, Müller, Sarah y se rodea de lo peor, cono el Trucho Fernández, Sánchez Sorondo, Sicluna, Roche, Zanchetta, Mierdich y otros instrumentos dóciles para sus venganzas, sin olvidar a James Martin, con su séquito de culattoni, trans y lesbianas.

Me agota seguir con esto, pero creo que unos ejemplos bastan para destruir las mentiras y defender la verdad de cosas y sucesos.

Buenos Aires, agosto 18 de 2024.

Bernardino Montejano

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1 commento

  • Nicolas ha detto:

    Gracias por esta defensa, Prof. Montejano.
    A diferencia del mezquino ataque de la entrevistada que pretende matar con la palabra, el piloto alemán del Me-109 que derribó el P-38 de Saint-Exupery, al enterarse varias décadas después de la guerra, que el P-38 que se encontró en el fondo del Mediterráneo, había sido el de Saint-Exupery, tuvo un terrible remordimiento, que hizo público, y fue preso de una tristeza inconsolable, pues era él asiduo lector de Saint Exupery.