Strategic Culture: Acusaciones contra monseñor Carlo Maria V*i*g*a*n*ò son artificiales y frívolas. Bergoglio sigue la religión de Davos

29 Giugno 2024 Pubblicato da Lascia il tuo commento

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, gracias a la cortesía de nuestro amigo Umberto Pascali ofrecemos a vuestra atención este artículo aparecido en Strategic Culture, a quien agradecemos por la cortesía. Feliz lectura y difusión.

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por Stephen Karganovic

26 de junio de 2024

La apertura por parte del Vaticano de un procedimiento canónico contra el arzobispo “tábano” Carlo Maria Viganò marca un nuevo y significado desarrollo en la creciente crisis en el interior de la Iglesia Católica Romana.

El arzobispo Viganò fue citado recientemente para responder a las acusaciones de haber cometido tres delitos canónicos: fomentar el cisma, cuestionar la legitimidad del Papa actual y rechazar el Concilio Vaticano II de la Iglesia Católica Romana, celebrado hace sesenta años y cuyas controvertidas reformas han estado agitando desde entonces a los católicos tradicionalistas.

Es una deliciosa ironía, que no escapará a los estudiosos de los asuntos vaticanos, que el organismo eclesiástico que ahora está procesando a Vigano, el inocuo Dicasterio para la Doctrina de la Fe, es históricamente el sucesor directo del Santo Oficio, el mismo organismo que dirigió la Inquisición.

El arzobispo se negó a comparecer ante sus acusadores en la audiencia inicial del 20 de junio. También se negó a dar dignidad al proceso, que, como él mismo ha dicho, tiene “un resultado predeterminado”, y no envió a ningún abogado para defender su caso.

Desde que se retiró como nuncio apostólico en Estados Unidos en 2016, Viganò se ha convertido en una voz poderosa que denuncia las fallas morales en las filas del clero católico romano. Con creciente severidad, ha señalado al Vaticano por no abordar adecuadamente los escándalos internos. Con el tiempo, el alcance de las denuncias públicas de Viganò continuó ampliándose. Además de llamar la atención sobre la sórdida atmósfera moral que impregna a la Iglesia católica romana, Viganò ha sido también un persistente crítico personal del actual papa Jorge Mario Bergoglio, en particular de su incapacidad para disciplinar a los infractores. La postura contraria de Viganò ante la emergencia del Covid le ha granjeado aún más enemigos. Mientras Bergoglio ha instado públicamente a la estricta adhesión al régimen Covid como un deber religioso, Viganò utilizó su púlpito para difundir masivamente las pruebas de lo contrario, haciéndose eco de las afirmaciones del profesor M. Chossudovsky de que la “narrativa oficial del coronavirus” se basa en una “Gran Mentira” apoyada “por políticos corruptos”.

¿Viganò tiene algo que responder a las acusaciones vagamente formuladas contra él por la Curia Romana? Quizás deberíamos posponer la respuesta a esta pregunta hasta el juicio, cuando presumiblemente se hagan públicas las pruebas en las que se basan las acusaciones del Vaticano. No hay duda, sin embargo, de que Viganò y quienes adhieren a la enseñanza tradicional de la fe católica romana tienen un caso coherente al que el actual Papa y su entorno deben responder.

Sin pelos en la lengua, en su respuesta a la acusación de la Curia, Viganò culpó al actual pontífice, quien en su predicación y acciones parece guiarse por una doctrina bastante diferente: “El globalismo pide la sustitución étnica: Bergoglio promueve la inmigración descontrolada y pide la integración de las culturas y de las religiones. El globalismo apoya la ideología LGBTQ+: Bergoglio autoriza la bendición de parejas del mismo sexo e impone a los fieles la aceptación del homosexualismo, mientras encubre los escándalos de sus protegidos y los promueve a los más altos cargos de responsabilidad. El globalismo impone la agenda verde: Bergoglio venera al ídolo de la Pachamama, escribe encíclicas delirantes sobre el medio ambiente, apoya la Agenda 2030 y ataca a quienes cuestionan la teoría del calentamiento global antrópico. Se sale de su rol en cuestiones estrictamente científicas, pero siempre y sólo en una dirección, la cual es diametralmente opuesta a lo que la Iglesia ha enseñado siempre. Ha impuesto el uso de sueros génicos experimentales, que han causado gravísimos daños, muerte y esterilidad, calificándolos de ‘acto de amor’, a cambio de la financiación de industrias farmacéuticas y de las fundaciones filantrópicas. Su consenso total con la religión de Davos es escandaloso”.

Respecto a la gravedad de estas objeciones, la mejor acusación que la Curia ha llegado a formular contra Vigano parece más bien artificiosa y frívola.

El Vaticano tiene buenas razones para temer que la audaz disidencia de Vigano se descontrole. El descontento entre los laicos es tal que podría producir una escisión con repercusiones aún más graves y de mayor alcance que las que se produjeron con la salida del arzobispo Lefebvre y sus seguidores conservadores del redil postconciliar hace varias décadas.

Hay que destacar que el estatuto canónico de este grupo escindido sigue sin resolverse. En su composición actual, la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada originalmente por Lefebvre, es el archienemigo del modernismo, que es la anterior denominación de la trampa globalista en la que ha caído el Vaticano. El vibrante sínodo tradicionalista de Lefebvre presenta las desconcertantes características de una “Iglesia dentro de la Iglesia” no conformista, que es de hecho una anti-Iglesia inaceptable desde el punto de vista del Vaticano. La Fraternidad adhiere firmemente a la casi prohibida Misa en latín, tiene una jerarquía propia, parroquias tradicionalistas, seminarios y otras estructuras institucionales necesarias para sostenerla. Podría ser que el Vaticano no lea correctamente las intenciones de Viganò respecto al cisma, pero dada la dolorosa experiencia con Lefebvre es comprensible su aprensión.

¿Por qué estas convulsiones en el seno del catolicismo romano deberían interesar también a los cristianos ortodoxos? Porque la misma Comunión ortodoxa está profundamente infiltrada por prelados y teólogos globalistas y, ahora quizá indistintamente, criptocatólicos, cuyo objetivo último es la fusión “ecumenista” de la Ortodoxia mundial con el Vaticano, religiosamente apóstata.

El Patriarca de Constantinopla, “primero en honor” entre los jerarcas ortodoxos, está totalmente de acuerdo con este proyecto sincretista, al igual que lo están otras influyentes jurisdicciones ortodoxas.

La unión con un catolicismo romano decadente que, según todos los indicios -y no sólo dando crédito a las graves acusaciones del arzobispo Viganò- se está despojando de los últimos vestigios del cristianismo tradicional, abrazando ávidamente y a todo nivel el servilismo a los principios tóxicos de la ideología globalista, es una propuesta suicida para la Ortodoxia.

 

Publicado en Italiano por Marco Tosatti el 26 de junio de 2024, en https://www.marcotosatti.com/2024/06/26/strategic-culture-accuse-contro-mons-vigano-artificiose-e-frivole-bergoglio-segue-la-religione-di-davos/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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