El usurpador Bergoglio desacredita, humilla y tergiversa al papado. Monseñor Carlo Maria Viganò
15 Giugno 2024
Marco Tosatti
Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos a vuestra atención este post, publicado en X (ex Twitter) del arzobispo Carlo Maria Viganò. Feliz lectura y compartir.
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El Documento de Estudio del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que lleva como título El Obispo de Roma. Primacía y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y respuestas a la encíclica Ut unum sint, es la aplicación coherente de las premisas subversivas establecidas por el Vaticano II y los “Papas conciliares”:
– La Misa ha sido adulterada según la falacia de la Cena protestante;
– El sacerdote se ha convertido en el “presidente” de una asamblea;
– La autoridad ha sido arrebatada a los obispos por las Conferencias Episcopales y por el Sínodo, que se la han apropiado en nombre de la Colegialidad;
– Ahora el Papa debe convertirse en el “primus inter pares” de las sectas cristianas, debe traicionar el mandato confiado por Cristo a Pedro y a sus sucesores y abdicar del rol de Vicario de Cristo.
La secta bergogliana se prepara para unirse a las otras comunidades cismáticas y heréticas, después de haber abrazado sus errores. En resumen, ya ha tomando forma el futuro líder de la nueva Religión de la Humanidad deseada por la élite masónica del Nuevo Orden Mundial.
Este plan requirió décadas de preparación y utilizó la renuncia de Benedicto XVI como ulterior elemento demoledor del Papado, en vista de la acción destructiva del jesuita argentino.
La traición comienza desde la cúpula de la institución, y no empezó con Bergoglio: este Documento de Estudio no es más que una repetición de lo que Juan Pablo II auspiciaba en la Encíclica Ut unum sint, que a su vez se inspiró en el Concilio Vaticano II.
La traición ya era inherente al ecumenismo, propuesto de nuevo en el postconcilio en los mismos términos en que había sido condenado anteriormente.
El usurpador Bergoglio utiliza el poder del Papado para desacreditarlo, humillarlo y distorsionarlo definitivamente en su esencia inmutable como la quiso el mismo Cristo. Y sin cambiar oficialmente (doctrinalmente) la institución monárquica de la Iglesia, de facto (pastoralmente) Bergoglio la distorsiona convirtiéndola en una institución sinodal sólo aparentemente democrática, en la que la Iglesia profunda se alía con el Estado profundo en la instauración de la dictadura anticrística del Nuevo Orden Mundial.
Bergoglio ha usurpado el Papado con la perversa intención de destruir lo que quedaba de la Iglesia Católica: para mutar genéticamente el Papado y así esclavizarlo totalmente a la ideología globalista.
Bergoglio abusa del poder supremo en la Iglesia para demoler la Iglesia, igual que en el ámbito civil otros subversivos abusan de su autoridad para borrar la soberanía y la identidad propia de los pueblos.
La revolución conciliar sigue el mismo esquema subversivo que hemos visto aplicado en el ámbito civil desde la Revolución Francesa, y que hoy se nos vuelve a proponer con el golpe de la Agenda 2030.
Bergoglio es el curador en bancarrota de un diseño diabólico planeado hace más de sesenta años.
Publicado originalmente por Marco Tosatti en italiano el 14 de junio de 2024, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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Categoria: Generale
Agradecería a Su Excelencia que hablase claramente. Así no se volvería contra usted lo que le reprocha al último Concilio. ¿Se da usted cuenta de la ambigüedad que utiliza en sus discursos? Porque equipara a Jorge Mario Bergoglio con los Sumos Pontífices Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI quienes, con todos sus defectos, eran verdaderos Papas. Si Bergoglio es “verus papa”, las puertas del infierno han prevalecido contra la Iglesia. No, monseñor. El verdadero ecumenismo siempre se ha dado en la Iglesia. Se dió en Trento, cuando se invitó a los protestantes a venir al Concilio y ellos rehusaron. Se dió en el Vaticano I, cuando el Beato Pío IX invitó a los Orientales y ellos rehusaron también. Se dió en el Congreso Eucarístico Internacional de Jerusalén, en 1893, Congreso querido por el Papa León XIII con fines unionistas que ahora diríamos ecuménicos. Cuando el Legado, Cardenal Langenieux, traspasó la Puerta de Jaffa, le esperaba una verdadera “ekumene” de ritos, y aquel Congreso fué un hito en el camino hacia la Unión. Ese fué el deseo del Beato Juan XXIII, y no otro, al convocar el Concilio: que no se impongan más cargas que las necesarias.
Conocemos bien la táctica bergogliana: tergiversar el Concilio y a los verdaderos Pontífices. Hablemos claro: La Cátedra de San Pedro está vacante, pues el poder del Infierno no puede derrotarla, ES DOGMA DE FE, ES LA PALABRA DE CRISTO.