Pentecostés. Dos Homilías Comparadas, Benedicto XVi y Francisco. José Arturo Quarracino.
20 Maggio 2024
Marco Tosatti
Estimado StilumCuriali, José Arturo Quarracino, a quien agradecemos muy sinceramente, ofrece a su atención estas reflexiones sobre dos homilías sobre el Espíritu Santo, la primera de Benedicto XVI, la segunda de Francisco. Disfruten de su lectura y compártanlas.
§§§
PENTECOSTES 2009 Y 2024: Benedicto XVI y Jorge Mario Bergoglio
En la homilía de Pentecostés de 2009, Benedicto XVI afirma y reafirma la unión inquebrantable e inseparable de las Tres Personas de la Santísima Trinidad, que actúan al unísono, y que el Espíritu Santo prolonga en la historia el mensaje salvífico del Padre y del Hijo y su acción creadora y redentora. Pero en su homilía de Pentecostés de este año, el Obispo de Roma habla de la acción del Espíritu (sin el atributo de la santidad) sin relación con las otras dos Personas, como un persona independiente y autónoma.
En la solemnidad de Pentecostés, el 31 de mayo de 2009[1], el papa Benedicto XVI pronunció la homilía para la Misa del día, prédica que no ha perdido nada de su vigencia, porque muestra en ella que en la acción propia del Espíritu Santo -una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa y se posó en forma de lenguas de fuego sobre la cabeza de cada discípulo presente- los compañeros terrenales de Nuestro Señor Jesucristo se convirtieron en apóstoles, es decir, enviados del Señor, concediéndoles el poder de hablar en diferentes lenguas e idiomas, universalizando así la presencia de la Iglesia de Cristo en medio del mundo.
En la mencionada homilía Benedicto destaca que es el mismo Cristo quien trajo a la tierra el fuego verdadero que es el Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y del Hijo, que es el don de Dios a toda la generación humana, mediante el camino “normal” que es Su propio Hijo, quien a su vez constituyó a la Iglesia como su Cuerpo místico para que prolongue esta misión ígnea suya en la historia.
Para que esta acción divina no se reduzca a una simple conmemoración ritual, sino para que siga siendo un acontecimiento salvífico actual, Benedicto XVI aconseja a todos los creyentes a disponerse a recibir en fraternal reunión el don de Dios mediante la escucha de su Palabra y la oración. Y para hacer presente en sentido pleno la riqueza de este don divino, el Santo Padre arraiga el Pentecostés cristiano en la teofanía de Dios en el monte Sinaí (Ex 19, 16-19 y Dt 4, 10-12.36), para resaltar finalmente que “Jesucristo no ‘trajo a la tierra’ la fuerza vital, que ya estaba en ella, sino el Espíritu Santo, es decir, el amor de Dios que ‘renueva la faz de la tierra’ purificándola del mal y liberándola del dominio de la muerte”. En este sentido, el Pentecostés cristiano resulta ser el impulso divino que hace de la Iglesia la prolongación de la obra renovadora de Cristo.
Por su parte, en su homilía del domingo de Pentecostés, el 19 de mayo de este año[2], el papa Bergoglio comienza hablando de la acción del Espíritu en nosotros, que es fuerte y gentil. Lo afirma así, como Espíritu (sin la santidad), desligado de su vínculo inescindible con Jesucristo (¡¡!!). Y a continuación destaca que de este encuentro en el Cenáculo con el Espíritu los creyentes son “invitados”[3] a anunciar el Evangelio a los demás. En este punto y una vez más como en anteriores “exégesis”, don Jorge Mario inventa y hace decir al texto lo que no dice, ya que el pasaje bíblico dice clara e inequívocamente que inmediatamente después del descenso del Espíritu Santo los apóstoles comenzaron a “proclamar las maravillas de Dios” hacia el exterior del Cenáculo y en diferentes lenguas, asombrando a los que los escuchaban. Al igual que en varios pasajes veterotestamentarios, en este caso el Espíritu Santo no invita, sino que arrebata al creyente y lo impulsa a misionar. Y a continuación, don Francisco sigue inventando, haciéndole decir al texto lo que no dice, ya que afirma que el “fortalecido por el Espíritu” no sale al mundo para “hablar de las maravillas de Dios”, sino para “hablar de paz a los que quieren la guerra, a hablar de perdón a los que quieren venganza, a hablar de vida a los que eligen la muerte, a hablar de respeto a los que les gusta humillar, insultar y descartar, a hablar de fidelidad a los que niegan todo vínculo”, etc. etc. En otras palabras: el misionero del obispo de Roma “visitado por el Espíritu” no anuncia a Cristo, sino que es un filántropo, un Sai Baba o un Deepak Chopra “católico”. Y además es “universalista”, ya que “acoge a todos, todos, todos”, contradiciendo al mismo Jesucristo, que claramente ordena a los apóstoles ir al mundo y anunciar su Evangelio, bautizando en el nombre de la Santísima Trinidad, lo que de ninguna manera significa meter a todos, todos, todos en la Iglesia, porque ésta está llamado a llevar el fuego del Dios trinitario al mundo, no a encerrar a todos, todos, todos en la Iglesia.
No es casual que en este marco o contexto don Jorge Mario mencione personalmente a Jesús una sola vez y ninguna vez a Jesucristo. Tampoco es casual que mencione solamente 4 veces al Espíritu Santo y 13 veces al Espíritu solamente. Y que en esas cuatro menciones nunca lo mencione en relación con Nuestro Señor Jesucristo.
Conclusión
Como se puede apreciar claramente en la lectura de ambas homilías, en su exégesis pentecostal Benedicto XVI se mantiene inequívocamente fiel a la Revelación bíblica, mientras que don Jorge Mario Bergoglio relega e ignora una vez más la presencia central de Jesucristo y sólo destaca y resalta la acción autónoma del Espíritu (algunas veces Santo) en sentido terapéutico o filantrópico, separándose y alejándose de los Evangelios canónicos, para “escribir” su propio “evangelio”, grato a los oídos de la baronesa Lynn Forester de Rothschild y de George Soros.
José Arturo Quarracino
20 de mayo de 2024
[2] En https://www.vatican.va/
[3] En los textos evangélicos que hablan del tiempo previo al acontecimiento de Pentecostés se dice claramente que más que invitar, Jesús manda y ordena a los discípulos, con suavidad pero con firmeza a la vez. En realidad, es una invitación imperativa, porque nunca Jesús y los creyentes estámos al mismo nivel. En este sentido, no hay que olvidar que efectivamente Jesús es amigo del hombre, pero no porque es tierno y gentil y lo trata “bien”, sino porque ha dado su vida y se entregó a la muerte para redimir el pecado humano, cosa que no tenía que hacer de ninguna manera.
§§§
IBAN: IT79N0 200805319000400690898
BIC/SWIFT: UNCRITM1E35
§§§
Condividi i miei articoli:
Tag: benedicto, francisco, pentecostés, quarracino
Categoria: Generale
Magnífico análisis, triste comparación…