Francisco quiere abolir el celibato. ¿Continúa la obra de destrucción? Joaquín Heimerl
1 Marzo 2024
Marco Tosatti
Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, les ofrecemos estas consideraciones de Joachim Heimerl para su información. Diviértanse leyendo y compartiendo.
§§§
Por Joachim Heimerl
Las voces de quienes rodean al Papa están aumentando: el celibato deberá ser la víctima propiciatoria de la reforma de la iglesia “francisquista”.
El celibato en particular es un indicador interesante, porque dondequiera que se lo cuestiona, allí la fe católica se ha evaporado.
Todo aquel que se aleja de Cristo siempre primero se aleja del modo de vida que ÉL vivió. Esto se aplica a cada Papa, a cada obispo y a cada sacerdote.
Así considerado, la traición al celibato es nada menos que una nueva traición de Judas, y ni siquiera en el Vaticano nadie parece temer cometer finalmente esta traición. Los heraldos del Papa ya lo están preparando: un alto prelado tras otro se pronuncia contra el celibato y espera recibir de Francisco sus 30 monedas de plata.
El cardenal Alfons Maria Stickler (1910-2007), bibliotecario y archivero de la Santa Iglesia Romana, describió tales tendencias ya en 1993.
En su libro Der Klerikerzölibat [El celibato clerical] subraya que el celibato nunca fue sólo una ley eclesiástica que pudiera abolirse fácilmente. Al contrario: la abstinencia del clero se remonta a los apóstoles y se esperaba de todas las personas espirituales en la Iglesia primitiva. Si estaban casados, ya no se les permitía tener relaciones sexuales con sus esposas después de ser ordenados.
Stickler remonta esta práctica a 1Cor 9 y se refiere a las decisiones correspondientes de los concilios de Tours (461), Gerona (517) y Auvernia (535). Deja claro que el celibato es más que una práctica rigurosa: se trata de Cristo y del sacerdocio de la Nueva Alianza. Eso significa: es todo o nada.
Donde muere la fe en Cristo, muere pues primero la abstinencia. Y donde surgen herejías y cismas, la abolición del celibato siempre aparece como un presagio, como lo demostró, por ejemplo, la introducción de la Reforma en Alemania e Inglaterra.
Visto así, el celibato es una medida de la fidelidad a Cristo y por eso la Iglesia siempre se ha adherido a él.
Naturalmente, esto también se debe a que el celibato se refiere a la esencia más íntima del sacerdocio: el sacerdote está unido a Cristo en una forma sacramental y ontológica. Precisamente por eso el sacerdocio nunca se limita a una función externa. No es una “profesión” como cualquier otra, sino un llamado santo – y requiere totalmente al hombre íntegro y de un corazón indiviso.
Ser sacerdote no es un trabajo a medias ni un trabajo a tiempo parcial, y quien no se sacrifica nunca podrá realizar el sacrificio de Cristo en el altar. Stickler llama a esto la “vida sacrificial continua” del sacerdote, que hoy en día se comprende tan poco como la naturaleza sacrificial de la Santa Misa.
Este sacerdocio del Nuevo Testamento ya no tiene nada que ver con el sacerdocio levítico de la Antigua Alianza, que practicaba la abstinencia cultual limitada únicamente al tiempo del servicio en el templo; se eleva sobre eso en todo su ser.
Esto vuelve a ser visible en el celibato del cual escribe Stickler, es mucho más que una simple “forma de vida apropiada” del sacerdote. Más bien, es necesario e indispensable; vincula a la iglesia con Cristo a través de los apóstoles.
El hecho de que sólo la Iglesia Católica haya conservado este vínculo la distingue realmente como “católica y apostólica”; se podría decir: el celibato es su marca registrada y el sello santo de Cristo.
Si el Papa aboliera el celibato, estaría actuando contra los Apóstoles y contra Cristo. E incluso si los hombres casados (los llamados “viri probati”) recibieran la ordenación sacerdotal, esto sólo podría suceder si se comprometieran con el celibato conyugal requerido por la Iglesia primitiva.
Pero hoy no quiere saber nada al respecto, y eso no es porque ya no se conozca a Cristo. Sin embargo, sin un conocimiento más profundo de Cristo y sin el sacrificio de una devoción total a ÉL, nadie puede ser sacerdote.
El cardenal Stickler muestra esto en la corriente principal que ha captado las fuerzas reformistas en torno al papa Francisco. Su libro deja sorprendentemente claro hasta qué punto la Iglesia se ha alejado ahora de Cristo. Si el Papa aboliera el celibato, esto marcaría su caída definitiva y expondría su programa de reforma como lo que es: una obra de destrucción sin precedentes.
Publicado originalmente en alemán el 26 de febrero de 2024, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
§§§
Ayuda a Stilum Curiae
IBAN: IT79N0200805319000400690898
BIC/SWIFT: UNCRITM1E35
§§§
Condividi i miei articoli:
Categoria: Generale