La élite está dispuesta a hacer cualquier cosa para encubrir sus crímenes. Incluso la guerra nuclear. Monseñor Viganò

28 Febbraio 2024 Pubblicato da

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, recibimos y publicamos con gusto esta intervención del arzobispo Carlo Maria Viganò, feliz lectura y disfruten el video.

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PAX CHRISTI IN REGNO CHRISTI

Discurso en el Segundo Congreso del Movimiento Rusófilo Internacional

y del Foro sobre la Multipolaridad
Moscú, 26-27 de febrero de 2024

 

Excelencias, Distinguidos damas y caballeros, queridos amigos:

Ésta es la segunda ocasión en que tengo el honor de intervenir en el Congreso Internacional de Rusófilos. Les agradezco a todos ustedes y a los organizadores de este evento por invitarme a realizar esta reflexión, que se produce pocas semanas después de la histórica entrevista que el presidente Vladimir Vladimirovich Putin concedió al periodista estadounidense Tucker Carlson. La reacción de los principales medios de comunicación occidentales demuestra lo aterradora que es la verdad en un mundo que vive de mentiras y se basa en la falsedad.

Todos ustedes, aquí reunidos, tienen muy clara la amenaza que se cierne sobre el mundo occidental y sobre toda la humanidad. En primer lugar, la amenaza de una tercera guerra mundial, bajo cuyos escombros están enterradas décadas de crímenes y fraudes cometidos por una élite cada vez más poderosa y tiránica. En segundo lugar, la amenaza del exterminio de una parte de la humanidad a través de la Agenda 2030. En tercer lugar, la muy concreta y terrible amenaza de la instauración de un Gobierno Mundial totalitario, en el que los pueblos sobrevivientes sean reducidos a la esclavitud. La progresiva cancelación de las soberanías nacionales y su absorción en organismos supranacionales tiene como objetivo declarado la instauración del Nuevo Orden Mundial. Los líderes del Foro Económico Mundial, con todas sus ramificaciones oficiales y extraoficiales, no ocultan haber ocupado la cima de las instituciones a través de gobiernos títeres y con la cooperación servil de los medios de comunicación del régimen.

Los pueblos de Occidente han comprendido ahora que están gobernados por servidores de la élite globalista y que el llamado “sistema democrático” es una ficción grotesca, empezando por la manipulación de las elecciones. Las continuas emergencias -sanitaria, bélica, climática y energética-, las crisis que deberían justificar la Agenda 2030 no son, sin embargo, lo que les une, y muchos empiezan a darse cuenta de ello: lo que mueve a estas personas es su pertenencia a un culto satánico. Pero quien quiera hacer reinar a Satanás debe primero desterrar a Dios, con el pretexto de la laicidad del Estado: Regnare Christum nolumus. El mundo occidental ha quedado reducido a una cloaca, a un matadero, a un enorme campo de batalla en el que la élite controla a las masas, las empobrece, las explota, las humilla, las esclaviza y las envía al matadero.

Después de haber excluido a Dios de la vida pública, la autoridad no tiene que obedecer a ningún principio trascendente y así puede transformarse -como ya está cambiando- en dictadura. Su poder se vuelve ilimitado y el Estado -privatizado y en manos de subversivos criminales- sustituye a Dios. ¿Podemos creer que los autores de este golpe se resignan a entregar el poder, justo cuando falta poco para el establecimiento de este Nuevo Orden? Precisamente cuando las élites lograron imponer la cancelación sistemática de los derechos fundamentales -salud, propiedad, libertad de empresa, libertad de expresión y educación, libertad de circulación y de viaje- a una humanidad aterrorizada por las continuas emergencias creadas en una mesa de dibujo, desde las perspectivas de catástrofes inventadas y desde la amenaza de guerras e invasiones?

Todos somos conscientes de que se está produciendo un despertar de los pueblos: lo demuestran las manifestaciones de agricultores y ganaderos que se están extendiendo como una mancha de aceite, y las de los ciudadanos de muchas naciones, exasperados por la sustitución étnica -con todas las consecuencias que sabemos en términos de seguridad, delincuencia y coexistencia-, impuestas por políticas inmigratorias dementes apoyadas culpablemente por las llamadas organizaciones humanitarias. Pero este despertar -si no encuentra una respuesta seria y responsable en el marco de la ley- conducirá inevitablemente a una guerra civil, dando a los gobiernos al servicio del Foro Económico Mundial el pretexto para intervenir militarmente.

Hace sólo dos semanas la Asamblea Nacional francesa aprobó una ley sobre las “tendencias sectarias” que prevé fuertes multas y penas de prisión para quienes expresen su desacuerdo. La censura por parte del Estado o de organismos supranacionales ya existe y aumentará exponencialmente, al igual que el control sobre las masas. Los escándalos de fraude electoral en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020; la evidencia de un plan criminal de exterminio y esterilización masiva mediante la imposición de una terapia génica experimental presentada como vacunación masiva; el deseo de forzar la transición a la moneda digital para controlar cómo podemos o no gastar nuestro dinero: son todas señales alarmantes, a las que se suma la amenaza de una guerra nuclear. La élite está dispuesta a hacer cualquier cosa para mantener el poder y ocultar sus crímenes.

En consecuencia, ¿en qué puede consistir una acción de resistencia y oposición que involucre esta creciente ola de disidencia, evitando que sea instrumentalizada o dispersada? Aquí me gustaría presentar mi visión, que espero brinde una oportunidad para el debate.

La Revolución fracasó, del mismo modo que la ideología secularista y anticristiana del Occidente posrevolucionario, liberal y masónico demostró que ha fracasado. Rusia experimentó este colapso antes que nosotros, reapropiándose de su Fe, de sus tradiciones y de su cultura, que el totalitarismo había combatido y tratado de borrar, exactamente como la dictadura woke combate y trata de borrar nuestra identidad, nuestra Fe, nuestra civilización cristiana e incluso los principios sagrados y universales de la Ley Natural. Todos estamos de acuerdo en que los daños causados por una sociedad que se niega a reconocer a Dios están ante nuestros ojos. Por eso debemos tener no sólo la humildad, no sólo el coraje, sino también y sobre todo el orgullo de profesar nuestra Fe, de querer que no sólo el individuo sino también el Estado reconozcan y honren a Nuestro Señor Jesucristo como Dios, Señor y Rey, y que sus leyes se adecuen a Él.

En 1874 el gran estadista Gabriel García Moreno consagró la República del Ecuador a Nuestro Señor, antes de ser asesinado por sicarios de la masonería. Su lema era: Libertad para todo y para todos, excepto para el mal y los malhechores. ¿Cómo no estar de acuerdo con ello? Debemos reconocer el Señorío de Cristo y entregarnos a Su ley, encomendarle nuestra Patria y la Nación, nosotros mismos y nuestras familias. ¿Y quién entre los honrados con el nombre de cristiano no compartiría estas palabras? ¿No seríamos quizás respetados también por quienes profesan otra religión, habiendo redescubierto la base común de principios compartidos como el respeto a la vida, a la familia natural, al respeto a los débiles y a los ancianos?

Pienso que esto podría constituir verdaderamente, y diría casi provocativamente, el gran reinicio que todos estamos esperando, y que constituye un retorno al Señor de todos nosotros, de nuestras familias, de las comunidades, de las administraciones públicas. Deberíamos volver a sentirnos orgullosos de poder profesarnos cristianos. Hay que volver a llamar bien al bien y mal al mal; no sentirnos inferiores ante la arrogancia del vicio y el cinismo de la corrupción; no dejarnos intimidar por la aparente irreversibilidad del mal. Debemos restituir a los pueblos occidentales esa esperanza que les fue robada para subyugarlos. Debemos desecularizar la sociedad y devolverla a los cimientos de ese orden divino que se fundamenta en Cristo, Hombre-Dios, único Salvador del género humano, que sólo en Cristo puede encontrar la paz. La paz de Cristo, que es verdadera paz porque está fundada en la verdad y en la justicia, sólo puede alcanzarse donde Cristo reina: Pax Christi in regno Christi.

¿Qué es lo único que la quimera globalista no puede ofrecernos, para lo cual no tiene sustituto que pueda reemplazar? El heroísmo de un ideal, la nobleza de un propósito por el que vale la pena luchar y también morir. Y este ideal sólo puede consistir en la fe en Cristo Señor, en el amor a Él y al prójimo, en el deseo de dar a nuestra Patria y a nuestros hijos un futuro en el que los horrores de la globalización sean un mal recuerdo. Los subversivos criminales de Davos no tienen ningún ideal que ofrecer, porque basan su éxito en el miedo y porque obtienen la obediencia de sus servidores a través de la corrupción y el chantaje. A la ideología de muerte del Nuevo Orden Mundial debemos oponerle el Evangelio, la palabra del Verbo eterno, de Aquél que se llamó Camino, Verdad y Vida. Si nos enfrentamos al enemigo común en el campo donde es más fuerte, estamos destinados a sucumbir; si llevamos el conflicto a donde es débil podemos ganarlo, con la ayuda de Dios. Con demasiada frecuencia olvidamos que Dios es verdaderamente omnipotente y que sus enemigos y los nuestros no pueden hacer nada contra Él, quien espera que la humanidad regrese a Él y que se deje salvar cuando todo parezca perdido.

Ésta es la única salida posible a la distopía actual, porque pase lo que pase –ya sea que los perpetradores del golpe sean derrotados o conserven por la fuerza su poder tiránico– la conciencia de la batalla espiritual en curso orientará y dará un impulso sobrenatural a nuestra oposición, la hará meritoria y no dejará de llegar a la presencia de la Majestad divina. Domine nos salva, perimus! Κύριε, σσον, πολλύμεθα. Господи! спаси нас, погибаем (Mt 8, 25). En la tempestad furiosa, el Señor parece dormir, mientras que en realidad espera que lo invoquemos y lo reconozcamos capaz de aplacar las olas y calmar los vientos.

Refundemos los Estados sobre la roca, sobre la piedra angular que es Cristo el Señor. Restituyamos a Jesucristo la corona que le quitó la Revolución. Quitémonos el yugo infernal del globalismo, de la adhesión a organismos supranacionales diseñados para borrar nuestra fe, nuestra identidad, nuestra civilización. Hagamos que los subversivos criminales asuman sus responsabilidades, empezando por haber provocado un conflicto sangriento que exterminó a toda una generación en Ucrania, usándola para atacar a Rusia, venderla a las multinacionales y hundir económicamente a Europa.

Enfrentemos a la élite no tanto contestando las mentiras de las crisis y de las emergencias, sino más bien oponiendo a su visión de muerte la esperanza que se basa en Cristo y en hacer su voluntad. Fiat voluntas tua, decimos en el Padre Nuestro. Hagamos la voluntad de Dios, única respuesta posible de la criatura al Creador, y única premisa para vencer con Él este enfrentamiento de época. Lo recordó también Tucker Carlson, en una reciente entrevista concedida en Dubái, cuando señaló los dos bandos opuestos, formados por los que reconocen y sirven a Dios y los que quieren hacerse dioses en lugar de Dios y contra Él, los que sirven a la vida y los que promueven la muerte, los que siguen la Verdad y los que son servidores de la mentira y el fraude.

Los pueblos tienen sed del Bien, ya no soporta la falsedad y el engaño, las perversiones y la violencia. No se dejen vencer por el mal, sino venzan el mal con el bien, dice San Pablo (Rm 12, 21). Venzamos el mal con el bien, la mentira con la verdad, la soberbia con la humildad, la corrupción con la honestidad, el egoísmo con la caridad generosa. Llevemos a las tinieblas la Luz, la luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1, 9), para que las tinieblas en las que se esconden estos criminales subversivos se desgarren y aparezca el horror de sus atroces crímenes, y con ellos sus condenación.

Les dejo la paz, les doy mi paz, no como la da el mundo, sino como la doy yo (Jn 14, 27).

Al concluir esta reflexión, quisiera lanzar un llamamiento a todos los hombres de buena voluntad, para que las Naciones sean consagradas al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María, Madre de Dios, como premisa para implorar desde el Cielo esa paz que sólo nuestro Rey y Señor puede dar, y que nunca antes como en este momento es invocada por el género humano en este mundo rehén de fuerzas infernales. Hago este llamamiento al Patriarca de Moscú, a los Prelados de la Iglesia ortodoxa, a los Cardenales y Obispos católicos que no han sucumbido al compromiso, y a todos aquellos que se reconocen en los principios universales y sagrados de la Ley Natural.

Sobre todos ustedes, y sobre aquellos que comparten nuestra batalla espiritual, imploro copiosas bendiciones celestiales por intercesión de la gloriosa Theotokos, la Virgen Madre de Dios.

 

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo,
ex Nuncio Apostólico en Estados Unidos de América

Publicado originalmente en Italiano en https://www.marcotosatti.com/2024/02/27/lelite-e-disposta-a-tutto-per-coprire-i-suoi-crimini-anche-la-guerra-nucleare-vigano/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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