¿Abusos en el clero? Bergoglio debería declararlos sacramentos… Mastro Titta
19 Febbraio 2024
Marco Tosatti
Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, un Mastro Titta particularmente mordaz e irónico… Feliz lectura y difusión.
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MASTRO TITTA: BERGOGLIO NO HACE NADA CONTRA LOS ABUSOS SEXUALES EN EL CLERO, CUANDO DEBERIA DECLARLOS SACRAMENTOS
Finjamos asombro: The Guardian publica un artículo venenoso contra Bergoglio, acusado de encubrir abusos sexuales cometidos por sacerdotes (citando el infame caso Rupnik) y también de guardar silencio sobre los abortos de monjas que luego fueron expulsadas de las órdenes y abandonadas a su suerte.
El hecho es que The Guardian es un periódico de izquierda. Una izquierda liberal, despierta y progresista, al estilo Elly Schlein. Debería simpatizar con el Papa proveniente del fin del mundo. ¿Por qué entonces este ataque?
Los liberales deberían ver con buenos ojos tanto el aborto como la fornicación entre personas religiosas, o la consumada con menores y en general entre personas que no consienten perfectamente. Después de todo, tener una relación consentida y recordar veinte años después que no fue tan consentida abre las puertas a nuevas y magníficas oportunidades.
Si expresar la propia sexualidad (es decir, ejercerla) es un derecho inalienable, no vemos qué se puede oponer a un pedófilo o a un violador serial. Tanto con el sexo como con las vacunas -todos actos de amor, y sabemos que love is love-, lo que piensas, lo que crees o lo que quieres no cuenta para nada: debes someterte.
Bergoglio satisface a golpe de tambor todas las peticiones más vulgares y contradictorias. Entonces, ¿por qué estas burlas?
Mi hipótesis al respecto es que la gran expectativa de la ideología liberal-globalista hacia el Papa es que convierta comportamientos como el aborto y la violación en sacramentos.
Antes de tildarme de fanático loco preso de alucinaciones semánticas, observen la realidad sin pretensiones ni ilusiones o esperanzas impasibles.
La primera: se buscan todos los medios para establecer principios sin precedentes (por ejemplo, el aborto como derecho humano fundamental, la eutanasia como conclusión “natural” de la vida humana, el uso obligatorio de diversos fármacos y preparados galénicos, la abolición de otros derechos, la verdad como emanación del sistema de poder vigente, la enfermedad mental como un derecho -intercomunicador transgénero-, la ciencia como nueva religión, salvar el planeta como objetivo último de la raza humana a costa de su extinción). El problema es que ningún principio sobrevive sin un fundamento sobrenatural.
A todos estos nobles propósitos les corresponden ritos precisos y sacramentos. Así como la gente debe “creer en la ciencia” y pincharse con cualquier enjuague de barriles, o “creer en el cambio climático” y por lo tanto aceptar cualquier abuso, también se necesita una base fideísta para las prácticas sexuales más extremas, el aborto y la eutanasia. Y el único líder religioso que puede sancionarlo es el Papa.
La Iglesia católica es la única realidad visible que a lo largo de los siglos ha mantenido intacta la reivindicación de lo sagrado físico, porque está fundada en la Encarnación y en el legado apostólico cum y sub Petro, vicario de Cristo. Los sacramentos son actos circunscritos y exactos, y tienen poder vinculante. Ningún contrato o institución terrenal es tan vinculante como un sacramento católico.
La “bendición” de las parejas homosexuales -con Bergoglio que hace comparaciones embarazosas con las bendiciones de los empresarios ladrones que él habría hecho sin causar escándalo- es ni más ni menos el intento de instituir nuevos sacramentos. Es sólo el primero de mil posibles y necesarios.
Lo que choca a las bellas almas liberales no es el hecho de que Bergoglio encubra estos escándalos infernales, sino el hecho de que aún no los haya declarado válidamente sacramentos. Vivimos en una época que se basa en un principio simple: sacar el mal a la superficie es declarar que no es mal en absoluto. No sólo eso: que cualquier comportamiento humano es perfectamente permisible porque, precisamente, es humano. Lo divino debe inclinarse ante esto.
A estos señores no les importan absolutamente nada los abortos de las monjas, la pedofilia o las violaciones. Lo que importa es que alguien sancione estos comportamientos no sólo como legítimos y “humanos”, sino como auto de fe o, mejor aún, sacramento.
Por lo tanto, la decepción remite a una cierta prudencia incomprensible del “Papa” hipócrita, que estigmatiza pero encubre. De hecho, lo chocante es el hecho de que estigmatiza con palabras lo que aprueba en silencio. Es insoportable que no se grite a los cuatro vientos lo bellos, buenos y justos que son estos “nuevos sacramentos”.
¿Tesis audaz? Tal vez. Me encantaría equivocarme, pero me temo que este es el telón de fondo de muchas controversias artificiales y de muchos actos perturbadores. Naturalmente, la última palabra pertenece al Padre Eterno, el único en quien vale la pena confiar, especialmente cuando todo parece perdido.
Publicado originalmente en Italiano el 17 de febrero de 2024, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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Categoria: Generale
Este es un mensaje veladamente amenazador. Me recuerda tanto al Papa Clemente XIV Ganganelli, acosado por las cortes europeas, repletas de masones, para que suprimiera la Compañía de Jesús!
En realidad Jorge Mario Bergoglio ha sido puesto en el Vaticano por los mismos esbirros de The Guardian. Tal vez el eclesiástico argentino tenga aún algo de conciencia y se resista a destrozar lo más sagrado. Tal vez estos años, prisionero de la masonería, ha caminado por vericuetos zigzagueantes para esquivar a sus malvados dueños.
Pero ha llegado demasiado lejos. Veremos si es fiel a lo poco que le queda de cristiano. Una cosa es clara: el ocupante del Vaticano es ahora prisionero de su misma ambición de poder. Triste destino y triste final.