Veritas supplicans, Carta al Papa de homosexuales católicos y de sus familias

17 Febbraio 2024 Pubblicato da

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum curiae, ofrecemos a vuestra atención esta carta escrita por homosexuales creyentes y dirigida al pontífice reinante. Esperemos que alguien se lo haga llegar, y que surta algún efecto. Feliz lectura y compartir.

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Veritas supplicans, carta al Papa

13 de febrero de 2024

Miércoles de Cenizas

 

Carta abierta en forma de súplica filial al

PAPA FRANCISCO

sobre las bendiciones pastorales de las parejas homosexuales

VERITAS SUPPLICANS

 

La verdad suplicante del Pueblo fiel de Dios con atracción por el mismo sexo, de sus familiares y amigos, “recibe el don de la bendición que brota del corazón de Cristo a través de su Iglesia” (cit. FS n. 1).

Querido Papa Francisco, con cierto riesgo Le dirigimos nuestra súplica; lo hacemos con el temor del niño que se siente herido por las palabras de su padre.

Somos homosexuales católicos, acompañados por nuestras familias y amigos. A nuestra débil voz le resulta cada vez más difícil ser escuchada porque se la considera desafinada y mediáticamente incorrecta. Por este motivo nos dirigimos directamente a Usted, Santo Padre, para comunicarle nuestras dudas y nuestras perplejidades sobre la Declaración Fiducia supplicans del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Durante los años de su pontificado hemos seguido atentamente el desarrollo de la “reflexión teológica, basada en la visión pastoral” de Su Santidad, desde aquel primer “¿Quién soy yo para juzgar a un gay?”, que provocó la atención mundial sobre el tema de las personas homosexuales. En ese momento todos comprendimos, algunos con satisfacción y otros con preocupación, que la cuestión de la homosexualidad estaba particularmente cercana a su corazón. Todos entendimos, Santidad, que Usted tenía esa frase en su corazón desde hacía algún tiempo y estaba esperando la ocasión para expresarla públicamente. La suya no fue una simple nota de carácter pastoral, sino la declaración de querer modificar una visión pastoral que a Usted no le convence.

Santo Padre, es evidente que Usted ya había decidido el rumbo a seguir, probablemente habiendo escuchado las voces más destacadas que tratan este tema. Podría haber elegido el camino del padre que interpela y escucha a todos sus hijos, incluso a los más rígidos, no representados y quizás reticentes. En cambio, decidió escuchar sólo a una parte, la que sin duda estaba más alineada con el mundo moderno, más visible y organizada.

En los últimos años le hemos visto dirigirse personalmente, con paternal bienvenida, a sus amigos transexuales y homosexuales, solteros y en pareja, que han tenido el privilegio de compartir con Usted sus pensamientos y sus experiencias. Pero lamentablemente, no hemos recibido noticias de sus encuentros con quienes viven y experimentan, por la Gracia de Dios, la belleza liberadora del Magisterio católico para las personas con atracción hacia personas  del mismo sexo.

Acogimos con agrado el Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe al dubium sobre la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo publicado el 15 de marzo de 2021, porque nos confirmó en la fe y al mismo tiempo nos animó como hombres y mujeres, en el camino del seguimiento del Señor para la salvación de nuestras almas. De hecho, este Responsum afirma de manera cristalina: “En consecuencia, para ser coherentes con la naturaleza de los sacramentales, cuando se invoca una bendición sobre algunas relaciones humanas se necesita —más allá de la recta intención de aquellos que participan— que aquello que se bendice esté objetiva y positivamente ordenado a recibir y expresar la gracia, en función de los designios de Dios inscritos en la Creación y revelados plenamente por Cristo Señor. Por tanto, son compatibles con la esencia de la bendición impartida por la Iglesia solo aquellas realidades que están de por sí ordenadas a servir a estos designios” y agrega que “la Iglesia nos recuerda que Dios mismo no deja de bendecir a cada uno de sus hijos peregrinos en este mundo […]. Pero no bendice ni puede bendecir el pecado”. Sólo unos meses más tarde, el 18 de diciembre de 2023, el mismo Dicasterio, lamentablemente, se contradijo publicando la Declaración Fiducia Supplicans con la que se da vuelta y pasa por encima de “que lo que es bendecido está ordenado objetiva y positivamente» y, en consecuencia, “bendice el pecado”. Es evidente que la coexistencia de los dos documentos es un monumento al relativismo moral, así como una grave ofensa a la lógica y la razón.

Papa Francisco, al defender a ultranza Fiducia supplicans, parece que Usted quiere plantar una estaca para marcar un punto de no retorno. En efecto, nos presenta el inicio de un camino ya trazado y cuyos contornos se vislumbran: el apoyo público que Usted ha manifestado a las uniones homosexuales en el ámbito civil no puede dejar de encontrar una aplicación coherente también en el ámbito eclesial utilizando el mismo pretexto para salvar la doctrina sobre el matrimonio católico.

La Iglesia siempre ha bendecido a “todos, todos, todos”, como a Usted le gusta repetir, pero mediante una bendición canónica, litúrgica, sacerdotal y, por tanto, eficaz. ¿No tienen también los homosexuales derecho a recibir este sacramental en todo su potencial de Gracia? Santo Padre, si ese deseo de su corazón de acoger a los “homosexuales que buscan a Dios” es sincero y profundo, ¿por qué proponerles una bendición apresurada, despojada de su carácter sacramental, sólo porque, a causa de Sus convicciones personales, la acogida debe pasar necesariamente por la plena aceptación social y eclesial del “amor homosexual” , tomando prestado así un lenguaje que como católicos no nos pertenece? ¿Está realmente convencido de que éste es el camino correcto para concebir una pastoral católica que responda a las verdaderas preguntas espirituales de un corazón con atracción hacia personas del mismo sexo?

 

Nosotros, amablemente, pensamos que no, papa Francisco. Pensamos que hay mucho más y mucho más. Todos tenemos un llamado especial del Señor Jesús: asemejarnos a Él, amar como Él nos ama. Queremos tomar nuestra Cruz y seguirlo porque Su yugo es suave y ligero, mientras que el yugo del mundo es duro y lleva a la desesperación. Lo hemos experimentado, Santidad, porque hemos recorrido esos caminos tortuosos y aún cargamos sus heridas.

Sabemos, Santo Padre, cuáles son sus preocupaciones, porque son las mismas que las nuestras. Uste sufre, como nosotros sufrimos también, porque algunos homosexuales son rechazados por sus propias familias a causa de su vínculo afectivo con una persona del mismo sexo. Esta actitud de rechazo, a pesar de las buenas intenciones, desconoce el Magisterio católico al respecto, el cual es perentorio cuando afirma que los homosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión, delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”. Por eso estamos de acuerdo con Sus preocupaciones porque hemos experimentado ese rechazo en nuestra carne. También nosotros, Santo Padre, hemos sido mirados a veces con sospecha, con desdén, con lástima o con desprecio, precisamente por quienes nos aman. Hoy, por desgracia, debemos decirlo, experimentamos ese mismo desprecio también por parte de algunos pastores de la jerarquía católica, tanto entre los más conservadores como entre los más progresistas.

Por cierto, Fiducia supplicans interviene aparentemente en estas situaciones familiares problemáticas y dolorosas, para rescatar a las personas homosexuales rechazadas a causa de su relación con personas del mismo sexo. Pero si usted, papa Francisco, afirma que el “amor homosexual” es bueno y viene de Dios, ¿cómo podría un padre católico seguir justificando una visión educativa diferente? Es probable, de hecho, que sea exactamente esto lo que está sucediendo en muchas familias católicas: padres que aparentemente se reconcilian con sus hijos, porque “lo dijo el Papa Francisco con Fiducia supplicans”. Sin embargo, este método revolucionario tiene el sabor de una interferencia; se interviene agresivamente contra el mandato de Dios a los padres de “transmitir su fe a sus hijos”. Así, se resquebraja ese diálogo constructivo entre padres e hijos, inspirado en la doctrina católica, el cual es necesario para el crecimiento espiritual de todos los miembros de la familia que, llamada por el Señor a interrogarse a fondo sobre el tema de la homosexualidad, pueda llegar a ser maestra de amor y no del conformismo. Reservemos para las familias la libertad educativa que les es propia, Santidad, sin interferir en las opiniones personales expresadas por otros, por muy autorizadas que sean. Estamos convencidos de que necesitaremos cada vez más de estas familias santas, que se han vuelto expertas en curar las heridas emocionales en lugar de seguir ignorándolas.

Quizás hayamos resuelto algunas situaciones críticas, por supuesto, pero a expensas de la Verdad. Usted, Santo Padre, al declarar bueno el “amor homosexual” sustituye a las familias para “solucionar el problema” de algún caso particular doloroso. De este modo podría obligar a algunos padres católicos a seguir los pasos de muchos cardenales, obispos y sacerdotes de todo el mundo que rechazan Fiducia supplicans, creando así más tensión en el de las familias. Usted sabe bien que los sentimientos homosexuales son en sí mismos desordenados, aunque no le guste este lenguaje, porque le parece duro y ofensivo. ¿No sería quizás más pastoralmente correcto “resolver el problema”, practicando la Verdad con la Caridad, en lugar de recorrer el camino de un sentimentalismo mentiroso? La Verdad nos hace verdaderamente libres, Santidad, no es una manera anticuada de decirlo. Mientras que la mentira nos vuelve aún más esclavos de una ideología precipitada y superficial que no tiene nada que ver con la Verdad de Cristo y mucho menos con Su Caridad.

Santo Padre, aspiramos a las cosas más altas, aspiramos al Cielo, no nos sirve una palmadita amistosa y degradante en la espalda como Fiducia supplicans. Nosotros también tenemos derecho a recorrer el camino de la conversión y, finalmente, de que Cristo Jesús haga Gloriosa nuestra Cruz.

Por eso, en la Verdad le suplicamos, Santo Padre: pida al Dicasterio competente que retire este documento inútil y dañino, y comprometámonos “todos” , sin excepción, a iniciar una pastoral sincera y verdaderamente eficaz, en plena sintonía con la Imagen del Buen Pastor que va en busca de las ovejas heridas, las defiende, las lleva sobre sus hombros y las cura, devolviéndolas al rebaño. Necesitamos buenos pastos, papa Francisco, necesitamos palabras de Verdad.

Con franqueza y respeto.

Homosexuales católicos, sus familiares y amigos

 

Yahvé es mi pastor,

nada me falta.

Él me hace recostar en verdes prados,

me conduce a manantiales tranquilos”

(Salmo 23)

 

Publicado originalmente en italiano el 15 de febrero de 2024, en https://www.marcotosatti.com/2024/02/15/veritas-supplicans-lettera-al-papa-di-omosessuali-cattolici-e-delle-loro-famiglie/

 

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

 

 

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2 commenti

  • Salocin de Juan ha detto:

    ¿Nadie firma está carta o es que la firma fue olvidada por descuido al traducir? La falta de la firma le quitaría credibilidad a esta carta, ya que muchos podrían pensar que el texto haya sido redactado simplemente por católicos tradicionalistas o católicos no bregoglianos no necesariamente homoafectivos.