La vida como milicia y la comunidad de destino. Matteo Castagna
23 Ottobre 2023
Marco Tosatti
Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, Matteo Castagna, a quien agradecemos desde el fondo de nuestro corazón, ofrece a vuestra atención estas reflexiones sobre un autor francés del siglo pasado, Gustave Thibon. Feliz lectura y compartir.
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por Matteo Castagna
En marzo de 1969 apareció un ensayo en la revista Permanences (n. 58) titulado: “La comunità di destino, principio vitale delle società” [La comunidad de destino, principio vital de las sociedades]. El autor fue el filósofo y escritor francés Gustave Thibon (1903-2001). Muchos podrían identificarse con su clásico aforismo, especialmente los adultos que tienen sed de verdad en un mundo que no les gusta, o en los niños que encuentran lugar en la escuela de sus padres: “No soy autodidacta, porque los libros son maestros. Pero si dije que en la escuela el niño aprende muchas veces a manifestar lo que no es y a convertirse en lo que íntimamente es, yo no tuve esta gracia o esta desgracia y me formé en contacto directo con libros y testigos vivos sin pasar por los canales de la escuela y de la universidad”.
Thibon sostiene la primacía del concepto de jerarquía, es decir, la necesidad de defender la desigualdad, que constituye la base conceptual según la cual una sociedad permanece firme en el tiempo sólo mientras su estructura no se desmorona. Esto es lo que Thibon llama “comunidad de destino”. Esa condición, sostiene Thibon, perdura sólo si contrasta la denatalidad, si fortalece los vínculos internos hasta el punto de eliminar las prácticas de conflicto social. En la “comunidad de destino”, precisa Thibon, está la condición salvadora para permitir que la verdadera derecha venza siempre, sin lugar a dudas. Esa condición se llama: identidad de origen.
Se presta especial atención a los llamados “abandonados”, constituidos por el grito de dolor del enojado pequeño burgués. Se trata de una personalidad que puebla los barrios populares de las ciudades industriales o las zonas profundas del campo, y que constituye el pueblo de las periferias. La comunidad de destino se compone de dos formas: a) La comunidad de semejanza. Hay puntos en común entre los trabajadores del mismo sector, ya sea que vivan en Italia o en Francia y para diferentes empresas. Por tanto, pertenecen a la misma clase social y llevan, más o menos, al mismo estilo de vida. Sus destinos se asemejan. b) La comunidad de interdependencia o solidaridad reciproca. Los trabajadores que se encuentran en estrecho contacto ya no viven como los demás, sino unos a través de otros: sus destinos ya no son sólo similares sino también solidarios.
Esta comunidad de destino entre seres que, a través de su diversidad de situaciones y de vocaciones, siguen siendo estrictamente dependientes, confiere a los agrupamientos humanos su carácter orgánico. La familia es la comunidad orgánica por excelencia. Toda sociedad permanece sana y vital en la medida en que se asemeja a la familia: no es casualidad que el término “amo” [padrone] derive de padre, no es casualidad que al rey se le llame padre del pueblo y a la Iglesia se le llame la madre de los fieles (la comunión de los santos dentro de la Iglesia es la forma más elevada de comunidad de destino…)
La comunidad de destino muere -dice Thibon- cuando se eliminan las desigualdades entre los hombres, quienes, al ser todos diferentes, deben ser libres de vivir de manera diferente en la comunidad de destino en la que se encuentran, la cual crea la coherencia y la continuidad del cuerpo social, conectando entre sí a individuos, funciones y clases y ello se opone a la nivelación igualitaria, típica del pensamiento de izquierda. El renacimiento de una estructura social firme y elástica al mismo tiempo, ordenada y descentralizada, que haga florecer entre los hombres el sentimiento de su comunidad de destino es, hoy, el único camino de salvación del Pensamiento único, de la soledad, de la marginación social y del colectivismo materialista y ateo de los globalistas.
La vida debe ser operante y enérgica hasta el sacrificio. La vida es milicia, batalla contra los poderes del mal, mundanos y espirituales. La meta es una invitación al buen combate y una amenaza para los perezosos y los traidores. “No será coronado quien no haya combatido regularmente” (Efesios V, 11; II Tim. IV, 8).
Publicado originalmente en Italiano el 21 de octubre de 2023, en La Vita come Milizia e la Comunità di Destino. Matteo Castagna.
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Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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