El discurso que Meloni no pudo pronunciar en la ONU. Laporta

26 Settembre 2023 Pubblicato da

Marco Tosatti

Cari amici e nemici di Stilum Curiae, il generale Piero Laporta offre alla vostra attenzione questo articolo triste e affascinante, uno scoop ideale…buona lettura e condivisione.

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Stilum Curiae è in grado di fornire il testo inizialmente approntato per Giorgia Meloni, per pronunciarlo davanti all’Assemblea generale delle Nazioni Unite. Poi, come si sa, è stato lievemente diverso.

Señoras y señores, buen día,

Saludo a esta Asamblea que representa a todos los gobernantes y gobernados de la Tierra, cuya existencia -la existencia de los gobernantes y de los gobernados-, está en peligro por un grupo de chacales -tanto en Oriente como en Occidente- decididos a someter a vastas porciones de la población de la Tierra. Italia está entre ellos.

No creo en absoluto en un gobierno mundial único, porque pondría alrededor de la misma mesa a los peores criminales de la historia, en comparación con los cuales Stalin y Hitler son como San Francisco.

Pretenden dividir la Tierra en nuevas zonas de influencia, llamando así a las colonias que desean explotar, con escrúpulos infinitamente inferiores a los de un pasado más o menos reciente.

A ellos les interesan los yacimientos de Ucrania, los de África y la mano de obra esclava allí donde puedan encontrarla. También les interesa las bellezas naturales de Italia y destruir a su población autóctona.

Se eliminan la Revolución Francesa, la Revolución Americana, dos guerras mundiales y las innumerables guerras de descolonización. El punto de equilibrio anteriormente alcanzado, trabajado, siempre precario pero equilibrio al fin y al cabo, lo hemos perdido en pocos años.

Desde 1945, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, hasta 1989, cuando comenzó la desintegración de la Unión Soviética -que se aceleró desde mediados de los años ochenta-, el progreso parecía imparable hacia la libertad, la estabilidad y la prosperidad.

Un proceso que luego fue bloqueado e invertido. Sólo un italiano intuyó la importancia de involucrar a Rusia en Europa, para democratizarla en el sistema occidental.

Ese italiano, Silvio Berlusconi, se perdió luego en sus propios delirios y en las trampas que le tendió principalmente Londres, no sin la complicidad de los amigos y aliados que le quedaban, incluidos los rusos, con halagos sexuales en el aislamiento de una calurosa dacha en pleno invierno siberiano. Las limitaciones humanas pasan factura.

Agua pasada, es inútil removerla. Hoy, los italianos en particular, nos encontramos frente a otra encrucijada. Debemos decidir nuestro futuro, si podemos y queremos seguir existiendo. No es la primera vez en los tiempos modernos, ha sucedido innumerables veces a lo largo de los siglos.

Ocurrió con la invasión albanesa de Bari en agosto de 1991. El servicio secreto alemán organizó el éxodo simultáneo de 27.000 albaneses, para doblegar la política y la opinión pública italianas a la “protección” mafiosa de la UE alemana, para desmembrar Italia en beneficio de Alemania, con la secesión de Lombardía-Véneto y la separación de Sicilia, con la coparticipación británica y rusa.

Las estrategias no mutan y la que acaban de describir los jefes supremos se remontan al menos desde Trafalgar, pasando por Portella della Ginestra, Piazza Fontana y Via Fani, en la que tomó el relevo un actor entonces nuevo y vigoroso, la Unión Soviética.

Hoy estamos en una nueva fase. Acabada la supremacía alemana, a causa de sus adulterios con Moscú, Italia está a punto de caer en la trampa francesa, muy pero que muy cerca de caer en ella.

Como todos recordarán, habíamos exigido, como premisa del Tratado con Francia, la extradición de diez asesinos muy italianos, disfrazados como refugiados. Luego de la firma del Tratado, el Tribunal Supremo francés -con el beneplácito de los dirigentes políticos italianos- pisoteó la ley y la Constitución italianas.

Hoy hemos asistido al éxodo en un solo día de más de ocho mil inmigrantes ilegales, en cientos de embarcaciones prefabricadas y todas iguales, abastecidas de combustible, con información precisa sobre cómo navegar y cómo llegar a nuestras costas. Esta logística es propia de una organización militar, francesa esta vez, ya no germánica.

Italia debe desaparecer. Este designio lleva incubándose desde el final del Pacto de Varsovia y rumiándose desde Ventotene. Se pensaba que se podía diluir a Italia en la Unión Europea, que se demostró incapaz de disolver nada y visiblemente incapaz de sobrevivir a sí misma, en las falsas facturaciones de Holanda, en el tráfico alemán, en el racismo luterano, en las decisiones del BCE en manos de un economista de segunda fila, en la decadencia del catolicismo a manos del clero.

Agotada la protección alemana sobre Italia, toma el relevo la francesa. París -el principal problema para los inmigrantes ilegales- se presenta como solución. Al mismo tiempo que ofrece “colaboración” despliega el ejército en Ventimiglia, golpea a las mujeres y los niños que ha empujado al mar, prepara nuevos desembarcos en las costas italianas y se niega a acoger a nadie que no tenga el título de refugiado, es decir, a todos a los que empuja a emigrar ilegalmente a Italia.

Señoras y señores, las situaciones no cambian ni con conferencias, ruedas de prensa ni discursos ante esta distinguida asamblea, ni mucho menos con declaraciones en televisión, sino diciendo “No” y desplazando en consecuencia las relaciones de fuerza. Sólo así cambian las situaciones: desplazando las relaciones de fuerza.

Por eso he destituido a todos los altos generales y almirantes, así como a los directores de los servicios secretos, a todas luces inadecuados para hacer frente a una guerra, a lo sumo en condiciones de mentirme acerca de la información, de emitir circulares serviles bajo paraguas y con tarjetas de invitación, o de fingirse guerreros caraduras para mendigar un escaño en Bruselas.

Por eso he encargado al Parlamento que examine urgentemente la propuesta del Gobierno de declarar el estado de guerra en el Mediterráneo, contra las invasiones organizadas y dirigidas por países que consideramos amigos y aliados.

Los inmigrantes ilegales acogidos por Italia tendrán pasaporte europeo si quieren emigrar. Espero que por fin hagamos felices a quienes exigen el ius soli.

Entre otras cosas, la ley de guerra estipula que las naves no gubernamentales que se presten al tráfico de seres humanos serán confiscadas y hundidas en el acto. Las tripulaciones detenidas y condenadas a cadena perpetua, como debería haber ocurrido con los diez asesinos italianos “indultados” por la Casación francesa.

Las barcazas que esperan en las costas norteafricanas serán hundidas antes incluso de embarcar a los inmigrantes ilegales. Los barqueros serán considerados enemigos militares y sometidos a las leyes de la guerra.

Los inmigrantes ilegales que ya se encuentren en territorio italiano serán seleccionados, sobre la base del derecho de asilo, y los restantes serán devueltos a las costas de sus países de partida, escoltados por buques de guerra.

Las embarcaciones que a pesar de todo se acerquen a la línea fronteriza marítima recibirán instrucciones de retirarse, indicando con fuego de ametralladora cuál es la línea insalvable.

Se desplegarán ametralladoras y cualquier otra arma apropiada para proteger las fronteras marítimas y terrestres. Se aplicarán otras medidas secretas sin previo aviso.

Exigiremos a la OTAN la aplicación del artículo 5 del Tratado y, por tanto, la cooperación militar para proteger nuestras fronteras.

¿Causará esto muertos y heridos? No más que los que se han ahogado hasta ahora, por haber confiado en los esclavistas, enemigos de Italia, enemigos de África y enemigos de la humanidad.

En cualquier caso, los muertos serán menos de los que tendríamos en Italia si dejáramos que la invasión se extendiera sin ser molestada, haciendo invivible la existencia de los italianos e incluso la de los inmigrantes ilegales ya desembarcados.

Señoras y señores, imagino a no pocos de ellos sumidos en el escepticismo, por las limitaciones que les impondrían la OTAN y la Unión Europea. Es cierto, debemos esperar esto. Por otra parte, la OTAN y la Unión Europea no pueden esperar que suframos supinamente sus errores de hace medio siglo.

En cuanto a las repercusiones económicas y sociales negativas que causarían tales decisiones mías, tal como están las cosas, no parecen ser inferiores a las consecuencias económicas, monetarias y militares que ya son evidentemente negativas desde hace muchas décadas. Por el contrario, al dejar que otros dispongan de nuestro destino, las desventajas y los sacrificios en el futuro próximo son sin duda mayores que los que sufriremos para romper esta esclavitud. En conclusión, seguiremos haciendo más sacrificios, pero a partir de ahora en beneficio de Italia y de los que hemos acogido, ya no en beneficio de los voraces extranjeros europeos.

Estoy segura de que el pueblo italiano y los que hemos acogido hasta ahora me seguirán. Por el contrario, no estoy para nada segura de que este mundo desordenado, explotado e incendiado por otros represente nuestros intereses vitales.

Gracias, señoras y señores.

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Este discurso fue censurado a último momento. Dicen que por instigación de un insignificante funcionario del Quirinal, pero no podemos creerlo.

Cristo vence a pesar de los cobardes.

www.pierolaporta.it

 

Publicado originalmente en Italiano el 23 de setiembre de 2023, en https://www.marcotosatti.com/2023/09/23/il-discorso-che-meloni-non-ha-potuto-pronunciare-allonu-laporta/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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1 commento

  • Carlo ha detto:

    Grazie, generale, di questa notizia, così importante, se vera. Mi rivelerebbe una Meloni tutt’ altra di quella aspeniana atlantista di solito. Auguriamoci che si confermi!