Viganò en Civitas. Nuevo Orden Mundial satánico, sometimiento de la Iglesia

26 Agosto 2023 Pubblicato da

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos a vuestra atencion esta entrevista publicada por el arzobispo Carlo Maria Viganò en Civitas. Feliz lectura y difusion.

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Entrevista a S. E. Monseñor Carlo Maria Viganò

para Media Press Info

24 agosto de 2023

 

Paul DEROGIS: Excelencia, con motivo de su presencia en el programa Géopolitique Profonde, cuando se le preguntó sobre sus contactos romanos, el presidente de Civitas, Alain Escada, respondió que el arzobispo Viganò es hoy el único prelado romano, aparte de los consagrados sin permiso de la Santa Sede, para combatir al Nuevo Orden Mundial y que ha expresado su apoyo a Civitas, que también lucha contra el globalismo. ¿Usted se considera realmente una excepción entre los prelados romanos? Y en caso afirmativo, ¿cómo explica Su Excelencia esta inquietante situación?

No presumo de ser el único Prelado que ha denunciado el plan subversivo globalista: otros obispos (muy pocos, en realidad) han expresado su preocupación por la ideología del wake, la teoría de género y el ambientalismo verde. Pero lo que no les he oído denunciar es la complicidad de Bergoglio con el Nuevo Orden Mundial, que alcanzó la cima de la subyugación total y real a las BigPharma durante la farsa de la pandemia y al Foro Económico Mundial con el fraude climático. Sin embargo, pienso que algunos Hermanos están empezando a abrir los ojos ante una crisis que ciertamente no comenzó en 2013.

El elemento que en mi opinión hay que entender -para que la denuncia sea completa- es la relación especular entre el golpe de Estado del Estado profundo en el ámbito civil y el análogo de la Iglesia profunda en el ámbito eclesiástico. Las modalidades de la dirección de la acción subversiva son idénticas, al igual que son idénticos los principios inspiradores que los mueven y las metas que se proponen. Es indispensable entender que el Concilio Vaticano II y el Novus Ordo han sido para la Iglesia lo que la Revolución y la Declaración de los Derechos del Hombre han sido para las sociedades civiles, porque en la base de ambos se encuentra el germen venenoso de la Revolución, es decir, de la subversión del orden natural que Dios ha establecido para el hombre y para las sociedades humanas.

 

Paul DEROGIS: Como presidente de Civitas, ¿considera que el globalismo es esencialmente satánico?

La esencia del globalismo es satánica y la esencia del satanismo es globalista. Porque el plan de Satanás es establecer el reino del Anticristo, dándole la oportunidad de parodiar la vida terrenal de Cristo, imitar Sus milagros con prodigios grotescos, arrastrar a las multitudes no con la sencillez de la Verdad sino con engaños y mentiras. El globalismo constituye, por así decirlo, el montaje panorámico, el guión y la escenografía que debe preparar a la humanidad para el ascenso político del Anticristo, a quien los gobernantes del mundo -sus servidores- cederán las soberanías nacionales para que se convierta en una especie de tirano mundial.

Pero el reino del Anticristo no surge de la nada: primero es necesario borrar lo que quedó del reino de Cristo en las instituciones, en la cultura y en la vida cotidiana de los ciudadanos. La disolución moral es uno de los caminos más simples para subyugar a las masas, incitándolas al vicio y burlándose de la virtud; y, obviamente, destruyendo la familia natural, célula fundamental de la sociedad, que una vez eliminada hace posible que los niños se conviertan en mercancías, productos que quienes tienen dinero pueden pedir en Internet, alimentando una red criminal cada vez más vasta y cada vez más floreciente, por no hablar de la industria de la maternidad subrogada. . El divorcio, el aborto, la eutanasia, el homosexualismo y el pansexualismo, las mutilaciones para la transición de género han demostrado ser instrumentos eficaces para eliminar no sólo la Fe revelada, sino también los principios más sagrados de la Ley Natural.

Y es de hecho una religión la que se está instaurando con la ideología woke; una religión que como la verdadera, pero con finalidades diametralmente opuestas, pretende imponerse en la sociedad, impregnar con sus propios dogmas las instituciones, las leyes, la educación, la cultura, las artes y las actividades humanas. Los globalistas aplican los principios católicos de la “realeza social”, pero proclaman a Satanás rey de las sociedades: Te nationum præsides honore tollant publico: colant magistri, judices; leges et artes exprimant. A ti los Príncipes de las naciones te proclaman Rey con honra pública: te adoran los maestros, los jueces; las leyes y las artes lo expresan. Estas son las palabras del himno de Cristo Rey, pero las vemos aplicadas blasfemamente por los sacerdotes del Nuevo Orden Mundial a su rey, el Príncipe de este mundo, y al Anticristo en su tiempo.

Pero atención: el globalismo, como emanación del pensamiento masónico y revolucionario, proclama aparentemente la democracia y condena los regímenes absolutos, aunque en realidad sabe muy bien que la Monarquía de derecho divino es la mejor forma de gobierno posible, porque somete a todos -incluso al Rey mismo, que es vicario de Cristo en las cosas temporales- a una ley trascendente a la que todos deben obediencia.

La censura de las noticias no alineadas con la narrativa oficial, llevada a cabo con la complicidad de las plataformas sociales y los medios de comunicación, es la misma censura que los liberales del siglo XIX condenaron en sus hojas clandestinas, pero cuando se aplicaba para evitar la difusión de errores filosóficos y doctrinas contrarias a la verdadera religión católica. Y no es casualidad que la ficción democrática recurra a medios de represión violenta de las protestas populares que en una democracia libre deberían llevar a barricadas y a la execración internacional -pienso, entre otros, en Macron, alumno de los Jóvenes Líderes para el Mañana del Foro Económico Mundial de Klaus Schwab. No basta con llamar  “democracia” a una dictadura para que se convierta en eso por arte de magia, sobre todo cuando el consentimiento de los ciudadanos para quienes interpretan su estado de ánimo y sus expectativas constituye una peligrosa amenaza a la supervivencia de estos parásitos subversivos.

Si Civitas tuviera un centenar de afiliados y un programa genérico como los partidos “conservadores” del sistema no preocuparía a nadie; si lo atacan e intentan disolver este movimiento político es porque saben que como no se puede manipular con dinero o con el chantaje, si consiguiera escaños, sus elegidos se les irían de las manos. La paradoja se hace evidente cuando vemos que se acusa de extremismo a un partido católico francés, al tiempo que se envían armas y ayuda al régimen de Zelenskyj, apoyado por grupos neonazis que practican la limpieza étnica contra sus ciudadanos rusoparlantes, persiguen a los ministros de la Iglesia Ortodoxa rusa (y también de la Iglesia Católica de rito oriental en el lado húngaro), exhiben esvásticas y símbolos hitlerianos, glorifican al criminal Bandera y celebran el exterminio de los judíos del que fue responsable en Ucrania.

Repito: Si la democracia funcionara, no dejarían a los ciudadanos participar en la farsa de las elecciones y de la ilusión de estar representados en el Parlamento. Si la permiten, es porque la oligarquía masónica sabe que puede controlarla a través de sus emisarios, colocados en todas partes. Por otra parte, el Anticristo será rey, no presidente; ejercerá el poder de forma absoluta, totalitaria, dictatorial. Y los que hayan creído en la fábula de la democracia descubrirán demasiado tarde que han sido engañados.

 

Paul DEROGIS: El ministro del Interior quiere disolver Civitas, el único partido católico en Francia. Esta disolución está lejos de llevarse a cabo y Civitas ha anunciado que está dispuesta a apelar a todas las instancias legales posibles si la amenaza se concretara. ¿Qué mensaje le enviaría a Civitas, a sus dirigentes, a sus miembros y a sus simpatizantes, además de las hermosas palabras en X (antes Twitter) que nuestros lectores han podido leer [¿Monseñor Viganò pone en su lugar al rector de Notre-Dame de París respecto a Civitas]?

Recuerde usted las palabras de Nuestro Señor: Si el mundo les odia, sepan que a Mí me odió antes que a ustedes. Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; ya que en cambio ustedes no son del mundo, sino que yo les he escogido del mundo, por eso el mundo les odia (Jn 15, 18-19). Y un poco más adelante: Si me han perseguido a mí, también les perseguirán a ustedes(Jn 15, 20).

Les pregunto, entonces: ¿preferirían ser aprobados y alentados por el Ministro del Interior de una nación que se enorgullece de estar fundada sobre la sangre de los soberanos legítimos de Francia, que niega la Fe revelada por Cristo y pisotea Su Ley, que impone el culto público al ateísmo, a la impiedad, a la perversión? La guerra mediática que libran contra Civitas es una medalla de la que estar orgullosos, en tiempos de mediocridad y de cobardía cortesana. Los católicos no son enemigos del Estado ni de la Autoridad civil. Si quienes gobiernan los consideran así es porque están utilizando las instituciones (temporales y espirituales) y la autoridad para sus propios fines, y no para el bien común: este golpe de Estado global es la verdadera amenaza a la que hay que hacer frente.

Piensen en los vendeanos, perseguidos por las mismas razones, por el mismo odio que Satanás no llega a disimular bajo los formalismos farisaicos de la burocracia republicana. Y no es a la República, ni al pueblo que la sostiene, sino a Dios a quien deben pedir ayuda, a Nuestro Señor Jesucristo, que es Rey Universal, moderador supremo del destino del mundo, Señor de la Historia y del tiempo: si como católicos creen que todo poder proviene de Dios (Rom 13, 1), ¡también deben estar persuadidos de que Su Señorío es verdadero, efectivo y real! Y este Señorío, que Civitas quiere difundir y propagar para que Cristo vuelva a reinar sobre los franceses, pertenece a Dios Todopoderoso, que puede inflamar los corazones con su Caridad e iluminar las mentes con la Fe, reconvirtiendo a Francia, a Europa y al mundo.

Si ustedes vuelven a poner la esperanza en su acción mediática o en la estrategia a adoptar en el tribunal, entrarán en un campo en el que el adversario está ciertamente en ventaja y probablemente será el vencedor; si ustedes saben ser, con la coherencia de la vida diaria, católicos dignos de militar bajo las insignias de Cristo Rey, la victoria será segura, porque Cristo ya venció al mundo, y no serán estos políticos corruptos que se oponen a ustedes, estos personajes sin moral, sin columna vertebral y sin honor los que impedirán la derrota del Enemigo.

 

Paul DEROGIS: Un ex Ministro de Educación nacional escribió hace un año que la República debería haber realizado la Revolución Francesa y que era necesario inventar una religión republicana, es decir, el secularismo. En efecto, asistimos en Francia a un vasta acción de descristianización, ayudada, además, por la cooperación de ciertos clérigos, como el rector de Notre-Dame de París, quien durante un programa de televisión se declaró partidario de la disolución de Civitas. ¿Qué se podría decir a todos los que, entre los católicos pero también entre los que buscan una referencia espiritual, se preguntan cómo actuar?

Este ex ministro tiene toda la razón. La Revolución se erige como la contrapartida del Orden social cristiano: se apropia del poder y de la autoridad para subvertirlo en sus fines, siendo pervertido en sus principios, pero no cuestiona el hecho de que un gobierno, para poder perseguir sus objetivos, debe ser dirigido por una sola persona o por una elite muy pequeña. Lo que no acepta es que los buenos gobiernen con un poder que permita la paz, la estabilidad y la prosperidad. Como dije antes, la Revolución comparte la visión de una antítesis entre el Bien y el Mal, pero rechaza el Bien y promueve el Mal, blasfema a Cristo y celebra a Satanás, se burla de la santidad y las virtudes, al mismo tiempo que fomenta el egoísmo y el vicio. No quiere la abolición del poder absoluto, simplemente quiere estar al mando. No quiere la abolición del poder temporal, sino que exige que se doblegue ante el Nuevo Orden, repudiando el ordo christianus, pero manteniendo su influencia sobre el cuerpo social. No quiere abolir la religión, quiere que sea la religión de Satanás y ya no la Religión de Cristo, pero sigue imponiendo verdades que hay que creer, ritos a los que hay que asistir, penitencias que sufrir y mártires que invocar.

Es un error enorme creer que el secularismo es una elección de neutralidad del Estado: su misma imposición se basa en un presupuesto teológico que decreta ex cathedra la indiferencia de la autoridad civil hacia la Ley de Dios y hacia el Señorío de Cristo, que es real y del que nadie tiene derecho a sustraerse. No se trata de una elección de neutralidad, sino de una declaración de guerra basada en una visión del mundo que no acepta servir a Cristo, para servir a Satanás. Las ceremonias de inauguración del túnel del San Gotardo, las ceremonias de inauguración de los Juegos Olímpicos de 2012 y los Juegos de la Commonwealth del año pasado, con machos cabríos y símbolos esotéricos, son la contrapartida de las procesiones, de los templos votivos y de los actos con los que las autoridades civiles de las naciones católicas reconocían públicamente la Realeza social de Cristo. La psicosis climática es también un culto público, científicamente infundada en su totalidad, pero que se impone a las masas como una verdad indiscutible que legitima religiosa y, por tanto, moralmente, la eliminación física de las personas, consideradas culpables de emitir dióxido de carbono y, por eso mismo, merecedoras de penas extremadamente graves y de extinción.

Ayer, en nombre de la Verdad y del Bien se prohibían los sacrificios humanos y los ritos paganos; hoy, en nombre del “bien de la comunidad” se ha impuesto un suero génico experimental que cosecha millones de víctimas, y en nombre de la ideología del despertar se amputan los cuerpos de menores para hacerles parecer lo que no son y nunca serán, y quien se opone a ello es criminalizado, condenado al ostracismo y señalado como enemigo público. Los excomulgados vitandi del pasado, contra los cuales la retórica anticlerical se ha desgarrado las vestiduras, hoy se nos vuelven a proponer no en el papel de un Loisy, sino en el de un no-vax o de alguien que cuestiona los suicidios políticos verdes. Los buenos son perseguidos, los malos recompensados. Es el reino distópico de Satanás: sólo puede ser lo contrario del Reino social de Cristo.

 

Paul DEROGIS: Su Excelencia, ¿advierte también en otros Estados, además de Francia, la misma hostilidad del mundo político y de los grandes medios de comunicación hacia el catolicismo?

La primera hostilidad hacia el catolicismo la vemos en primer lugar en los exponentes de la Iglesia bergogliana, esta Iglesia falsa que se superpone a la verdadera Iglesia de Cristo. Durante setenta años la Iglesia conciliar ha continuado su labor de demolición de la Iglesia católica: adultera su doctrina, subvierte su moral, corrompe su liturgia, borra su espiritualidad, castra su celo apostólico, adormece su acción social. La Iglesia del Vaticano II, que tanto le gusta definirse como antítesis de la “Iglesia preconciliar”, ha puesto las bases teológicas para la disolución de la sociedad. Todos los errores doctrinales del Concilio se tradujeron en errores filosóficos, políticos y sociales con resultados desastrosos para las naciones católicas. La retirada del dogma de la Realeza social de Nuestro Señor del horizonte conciliar ha encontrado aplicación concreta -con el apoyo de partidos de inspiración cristiana y de matriz progresista, como los democristianos en Italia- en la cancelación de la religión estatal y en la secularización de la sociedad, cuyas leyes ya no debían expresar la fe católica, sino responder a las exigencias de una sociedad multicultural y multirreligiosa.

La Dignitatis humanae ha decretado de hecho el suicidio de la Iglesia, desde el momento que con ese Decreto el Concilio abdicó del rol salvífico exclusivo -repito: exclusivo- que Cristo confió sólo a la Iglesia católica. ¿Por qué confiar, en cambio, en los obispos o en un Papa que te dicen que su religión no es preferible a las demás, en las que de todos modos uno puede salvarse, suponiendo que haya algo de qué salvarse? Notarán que el paralelo con las instituciones civiles está siempre presente: también el Estado, al demoler el concepto de autoridad y desacreditarlo con funcionarios corruptos, ha renunciado a su soberanía y se ha entregado a poderes supranacionales. Esperar que estos funcionarios corruptos –con mitra o sin ella– permitan la solución del problema del que son autores y colaboradores es, cuanto menos, absurdo. Es necesaria una purificación radical de la autoridad, con un retorno a Cristo, reconocido como único titular del poder de gobierno, en el mundo civil a través de los Reyes, en el ámbito eclesiástico a través del Papa, sus vicarios y obligados en el ejercicio de sus funciones a la voluntad de Cristo, que detenta ese poder por derecho propio.

A chi si illude di poter distruggere la Chiesa Cattolica, suggerisco di guardare la fine che hanno fatto i grandi eresiarchi e i persecutori dei Cristiani: la tomba, la putrefazione, l’oblio. Giuliano l’Apostata è morto, come sono morti tutti i nemici di Cristo. E la Chiesa è sempre sopravvissuta, perché essa è il Corpo Mistico di cui Cristo è Capo divino. Non prævalebunt non è un auspicio, una speranza, una pia illusione: è la promessa del Verbo Eterno del Padre, e nulla può modificare di una virgola ciò che il Signore ha deciso.

A quienes se engañan pensando que pueden destruir la Iglesia católica, les sugiero que miren el destino de los grandes heresiarcas y perseguidores de los cristianos: la tumba, la putrefacción, el olvido. Juliano el Apóstata está muerto, al igual que todos los enemigos de Cristo. Y la Iglesia ha sobrevivido siempre, porque es el Cuerpo Místico del que Cristo es la Cabeza divina. El Non prævalebunt no es un presagio, una esperanza, una ilusión piadosa: es la promesa del Verbo eterno del Padre, y nada puede cambiar ni un ápice lo que el Señor ha decidido.

 

Paul DEROGIS: Excelencia, ¿qué aconsejaría usted a los sacerdotes de buena voluntad que desean ser fieles a la doctrina católica tradicional y están decepcionados por la actitud de sus superiores?

La autoridad de los Santos Pastores proviene de Cristo, único poseedor del Poder en la Iglesia. El Papa y los obispos ejercen esta autoridad en forma vicaria: es Cristo quien se la confía, para que la utilicen según los fines para los que Él la ha querido. En el momento en que un Papa utiliza su propia autoridad para imponer algo que repugna a la autoridad de Cristo se vuelve ilegítimo,porque corta el cordón umbilical con Dios. Obedecer a esta autoridad sólo porque mantiene la apariencia de una autoridad sagrada no es obediencia. sino servilismo culpable.

Y para que este argumento tan delicado no parezca demasiado arraigado en la teoría, quisiera poner en duda no sólo la Verdad divina, sino también la Caridad, ambos atributos esenciales de Dios: un fiel o un sacerdote que obedece a sus Superiores eclesiásticos o civiles por servilismo, sabiendo que realizan una acción cuestionable o intrínsecamente mala, también realiza un acto contra la Caridad, porque calla ante una acción culpable, la ratifica con su cobardía y priva de enmendarse a quienes dan la orden mala y comprenden la gravedad de lo que hizo. A los superiores no se les ama complaciéndoles en sus órdenes sin condiciones y sin ejercer un sano juicio crítico, sino estando a su lado como hijos que asisten a un padre, encubriendo sus vergüenzas, pero no ratificando sus errores y pecados. La autoridad no existe sin una persona que la detente: Cristo en la gloriosa eternidad del Cielo, el Papa Su Vicario en la Iglesia, Sus Soberanos Vicarios en los gobiernos temporales. Si obedecer al Papa va en contra de la obediencia a Cristo, significa que el Papa se ha salido del cauce que Nuestro Señor estableció precisamente para que su autoridad no fuera absoluta, sino expresión fiel y humilde de la autoridad divina de Aquel que conquistó a la humanidad en la Cruz.

Invito a estos sacerdotes a considerar cómo se comportaron sus hermanos en situaciones similares en el pasado. Piensen en las persecuciones en la Alemania luterana, en la Inglaterra de Enrique VIII e Isabel I, donde bastaba con llevar sotana o poseer un misal para ser torturados y descuartizados. Piensen en la España en manos de los comunistas y en el México dominado por la masonería, donde sacerdotes, frailes y monjas fueron ahorcados o fusilados por no querer negar a Dios. Piensen finalmente en los obispos y sacerdotes que hace sesenta años resistieron la revolución conciliar y siguieron celebrando la Misa Apostólica, siendo por ello expulsados ​​de diócesis, parroquias y monasterios por mano de quienes mientras tanto afirmaban querer promover el diálogo con el mundo. La historia de la Iglesia está salpicada de ejemplos heroicos de santos y confesores de la fe, que jamás cedieron a las presiones, a los chantajes y a las amenazas de quienes querían cambiar la enseñanza de Cristo. Piensen en las huestes de cristianos que afrontaron el martirio en los primeros siglos, porque en un mundo pagano y ecuménico la única fe perseguida era la única verdadera: la fe en Cristo. No logro comprender la indiferencia con la que los autores de la horrible reforma litúrgica fueron capaces de eliminar de la oración pública de los clérigos la recitación de la Hora canónica de Prima, en la que el recuerdo diario de estas muertes heroicas en el Martirologio impulsaba a los sacerdotes a una vida muy diferente.

Y piensen también en aquellos que, por miedo o por no perder su puesto, eligieron cobardemente el camino del compromiso, de aceptar los errores, de denunciar a sus hermanos. Responderán ante Dios, y no ante los poderosos de la tierra, por sus acciones. Y si el Señor quiso privilegiarlos -como siempre hace con los quiere hacer crecer en el camino de la perfección- con pruebas y persecuciones, sepan que Él les ayudará a llevar su cruz colmándolos de Gracia y dándoles la fuerza para afrontar todo sufrimiento, toda discriminación y toda dificultad. Y si es la soledad lo que les asusta o desmoraliza, sepan que, como ellos, muchos otros sacerdotes y religiosos se encuentran en situaciones similares, y que uniéndose y discutiendo podrían animarse y ayudarse mutuamente. Por eso fundé Exsurge Domine.

Frente a nosotros se está abriendo hoy un camino real hacia la santidad, un camino de los últimos tiempos que exige actos de heroísmo y de valentía, movidos por el amor incondicional al Señor y por la atención de las almas que Él ha redimido y que otros pastores indignos no sólo abandonan, sino empujan hacia el abismo de la condenación eterna fomentando vicios y herejías.

Les pregunto, con las mismas palabras del Señor: ¿Ustedes también se quieren ir?  (Jn 6, 67).

 

Paul DEROGIS: Nuestros lectores, muchas decenas de miles al día, procedentes de los cinco continentes, siguen a Su Excelencia con gran interés y aprecian su valentía y su determinación. ¿Podría darnos la dirección de su sitio web y de las plataformas sociales en las que se pueden leer directamente sus publicaciones?

Como dije poco antes, la Asociación Exsurge Domine, fundada por mí hace dos meses, tiene como objetivo la asistencia espiritual y material para los sacerdotes, religiosos y religiosas que hoy son objeto de persecución por parte de la secta bergogliana a causa de su fidelidad a Cristo.

Quienes en 1534 exigieron que el Clero se adhiriera con un juramento al Acta de Supremacía de Enrique VIII o quienes en 1790 impusieron la Constitución Civil del Clero no son muy diferentes en sus principios y objetivos de los que hoy -con el agravante de ser exponentes de la jerarquía católica– pretenden esencialmente lo mismo en nombre del Vaticano II o del Sínodo sobre la Sinodalidad. ¿No fue acaso la Asamblea Nacional la que impuso la elección de obispos y párrocos, que hoy se pregona como una conquista democrática? ¿Y qué hay de diferente en el comportamiento de Bergoglio respecto al de Enrique VIII, cuando pretende legislar como jefe de la “Iglesia conciliar y sinodal” con actos de gobierno encaminados a separar el cuerpo eclesial de la Iglesia de Cristo?

Los que quieran ayudar a estos sacerdotes y religiosos perseguidos puede hacerlo de muchas maneras, en primer lugar con la oración y con la limosna: en el sitio web exsurgedomine.org es posible enviar donaciones, o pedir que se celebren Misas y destinar las donaciones a los sacerdotes privados de su sustento. También es posible contactarnos para recibir un consejo, una ayuda espiritual, una indicación para orientar la propia vocación. En el sitio web hay también también una sección donde se puede seguir el avance de las obras del primer proyecto importante de Exsurge Domine, que consiste en la construcción de un monasterio que se destinará a la Comunidad Benedictina de Pienza. Los compromisos son muchos y muy onerosos, pero confiamos en que San José, tesorero de la Providencia, inspirará a los fieles a ayudarnos.

Hago un llamamiento a todos los buenos sacerdotes: ¡les necesitamos! Se necesitan sacerdotes buenos y valientes que organicen celebraciones para los grupos de fieles privados de la Misa tradicional por Traditionis custodes o que están disgustados por las aberraciones y sacrilegios de las Misas del Novus Ordo. Muchos hogares esperan un sacerdote para congregarse en torno a él en las capillas domésticas. Es urgente que los sacerdotes garanticen la atención espiritual y la administración de los sacramentos a las comunidades religiosas femeninas -pienso en particular en las monjas carmelitas de Arlington, Texas, que han sido objeto de un ataque sin precedentes por parte del Ordinario y del Dicasterio para las Órdenes religiosas de Bergoglio. Necesitamos unir las fuerzas, con humildad y firmeza, para que quede una pusillus grex [pequeño rebaño] que pueda reconstruir lo que ha sido destruido. Nuestros hijos nos lo agradecerán, como lo fueron los hijos de quienes supieron resistir al arrianismo, a la iconoclasia y a todas las herejías y persecuciones del pasado.

Y que quede claro: no tenemos la presunción de constituir una Iglesia paralela de cátaros, de “puros”, sino de dar una respuesta para el tiempo que será necesaria en una situación de emergencia y crisis. Nadie quiere usurpar la autoridad de los Pastores legítimos: más bien, tratamos de organizarnos para resistir a los Pastores heréticos y apóstatas, desobedientes a Nuestro Señor y rebeldes a Su divina enseñanza. Son ellos, y no los buenos católicos, los que se sitúan fuera de la Iglesia de Cristo y por eso mismo su autoridad queda totalmente invalidada.

Recemos para que seamos dignos de esta tarea y podamos ver el día en que la Santa Iglesia sea purificada de los jabalíes que la asolan (Sal 79, 14). Dios de los ejércitos, vuélvete, mira desde el cielo y mira y visita esta viña (ibid., 15).

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