Sinodalidad, expresión de una Iglesia “líquida”. Stefano Fontana

26 Giugno 2023 Pubblicato da

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos a vuestra atención este comentario de Stefano Fontana, publicado en Messa in Latino, que agradecemos por la cortesía, respecto al Instrumentum Laboris del próximo Sínodo. Feliz lectura y difusión.

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Sinodalidad, expresión de una Iglesia “liquida”

Se dio a conocer ayer [23 de junio] y se presentó en conferencia de prensa el texto del Instrumentum Laboris del Sínodo sobre la Sinodalidad, que comenzará el próximo 4 de octubre de 2023 y durará dos años. Se trata del documento de trabajo para los que participarán en el sínodo, luego de las diversas fases preparatorias que, a su vez, han dado lugar a otros documentos. ¿Qué podemos entender del aire que se respira al leer este documento de trabajo? La impresión resumida que se tiene es que se trata de un texto “líquido”, incierto en sus principios, abierto a las manipulaciones, susceptible de los resultados más diversos. Las indicaciones para los participantes se refieren a una serie de actitudes que hay que asumir y no de verdades que hay que seguir, de prácticas que hay que aplicar y no de convicciones que hay que defender y proponer, de relaciones que hay que mantener y no de verdades que hay que hacer propias.

Como se sabe, no es para nada claro qué se entiende por “sinodalidad”. El cardenal Burke recordó que se sabe que la Iglesia es “una, santa, católica y apostólica”, como se recita en el Credo, pero no se sabe qué significa que sea sinodal. La Iglesia también tiene en sí una dimensión de colegialidad, pero no por eso es colegial, por lo que también tiene una dimensión de sinodalidad, pero no por eso es sinodal. Teológicamente, la idea es imprecisa y vaga. Incluso autores teológicamente moderados, como el director del último número de la revista de la Facultad de Teología de la Santa Cruz, Miguel de Salis, reconocen que no se está hoy “plenamente equipado para formular una visión coherente y completa del tema”.

Lo único que hoy se propone como cierto -también por parte del documento del cual estamos hablando– es que la sinodalidad es un proceso, un camino. Establecer qué más es, más allá de esto, se deja al propio proceso, al proceso del sínodo sobre la sinodalidad. Se establecerá a medida que se avance, ya que está en desarrollo, es una idea itinerante y, por lo tanto, siempre procesual e inacabada. En otras palabras, la sinodalidad es una experiencia histórica, continua, inagotable y, podemos añadir también -para indicar mejor el origen filosófico de esta visión- dialéctica.

Por este motivo, el Instrumentum laboris explica las características de la Iglesia sinodal recurriendo a la experiencia de quienes han participado en las diversas fases preparatorias, diocesanas, nacionales y continentales [en realidad, se trató de una minoría infinitesimal del “pueblo de Dios” y, además, formada por estamentos eclesiales especialmente elegidos, pero esto no es lo que nos interesa aquí, aunque no sea insignificante].

La experiencia es un proceso y durante estas reuniones preparatorias, según los redactores de nuestro documento, se fueron madurando entre todos algunas ideas sobre las características de una Iglesia sinodal. Ahora bien, la de experiencia es la noción filosófica y teológica más vacía y vaga que existe, y también es muy peligrosa cuando se le asigna el significado de un acontecimiento del Espíritu. El hecho de encontrarse y participar en un proceso está cargado de un significado revelador de una comunicación divina. Llaman mucho la atención los numerosos pasajes del Instrumentum Laboris en los que el “sentir” (la experiencia, podemos volver a decir) de los participantes en las diversas etapas del proceso preparatorio se califica abusivamente, o al menos demasiado apresuradamente, de escucha de la voz del Espíritu.

Dado que se considera que la sinodalidad es un proceso resultante de una participación activa del pueblo de Dios y, en consecuencia, una experiencia activa y una praxis, el documento de trabajo del sínodo caracteriza a la “Iglesia sinodal” precisamente a través de actitudes que hay que asumir, de praxis que hay que poner en práctica. Una de ellas es la escucha: la Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha. Otra es la humildad: la Iglesia sinodal es una Iglesia que sabe que tiene mucho que aprender. Una tercera es la actitud de encuentro y diálogo con todos (naturalmente también en referencia a la emergencia ecológica). Luego viene la característica de una Iglesia que no tiene miedo de la verdad de la que es portadora, sino que la valoriza sin forzar la uniformidad (una Iglesia plural, se podría pensar… ¿pero plural en qué sentido?). Entonces no podría dejar de ser una Iglesia acogedora, abierta a todos. Por último, la característica más extravagante: una Iglesia en contacto con la sana inquietud de lo incompleto.

No será difícil constatar la ausencia de consistencia teológica de estas expresiones. Por eso podemos decir que el Instrumentum laboris es un texto “líquido” que, como tal, permanece abierto a cualquier conclusión, incluso las más revolucionarias. Un texto del que se puede esperar cualquier cosa.

¿Un caso? No, porque el corazón de todo es el proceso en el que consiste la sinodalidad. La liquidez favorece el proceso, la sustitución de la verdad por la relación, el cómo tiene prioridad sobre el qué y el por qué. El Instrumentum es como el tráiler de una película cuyo argumento nadie conoce y nadie sabe cómo acabará. El director lo ha querido así para tener la posibilidad de dirigirlo durante su transcurso, cuando la sinodalidad haga surgir una nueva “opinión pública eclesial” como titular del nuevo munus docendi.

 

Publicado originalmente en italiano el 23 de junio de 2023, en https://www.marcotosatti.com/2023/06/23/sinodalita-espressione-di-una-chiesa-liquida-stefano-fontana/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

 

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