Caso Rupnik. El devastador guión del Papa sobre curas, sexo y abusos

20 Dicembre 2022 Pubblicato da

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el asunto del padre jesuita Marko Ivan Rupnik, sacado a la luz por Silere Non Possum y Messa In Latino, suscita una serie de serias y tristes reflexiones. En particular, sobre la confianza, o la creciente falta de ella, que los católicos puedan tener en el Pontífice reinante y en su modo de gestionar los abusos y escándalos relacionados con la actividad sexual de presbíteros, obispos y cardenales.

Imaginen que en lugar del papa Bergoglio estuviera Benedicto XVI en el centro del escándalo vinculado al padre jesuita Rupnik, excomulgado y luego indultado (¿por quién? Misterio) por haber absuelto a una monja en el confesionario, cómplice con el mismo Rupnik de haber pecado contra el sexto mandamiento… Los periódicos estarían llenos de titulares escandalizados.

Imaginen entonces que el caso Rupnik no fuera un episodio aislado, sino que se presentara como una perla en un collar que tuviera siempre al mismo Pontífice como protagonista, con distintos coprotagonistas.

Enumeremos algunos, seguro de olvidar otros (hemos escrito un libro sobre este vicio, pero somos demasiado perezosos para ir a compulsarlo).

Empecemos por Theodore McCarrick, castigado por Benedicto XVI, encubierto por el entonces arzobispo de Washington, monseñor William Wuerl, rehabilitado por el papa Bergoglio y utilizado como su mensajero diplomático en diversas partes del mundo, incluida China, con los espléndidos resultados que tenemos ante nuestros ojos, a pesar de la denuncia de monseñor Viganò; impunidad y honores hasta que la larga sombra de sus pecados le alcanzó, y obligó a sus protectores a dejarlo caer como una brasa ardiente.

Luego está Mauro Inzoli, de Comunión y Liberación, “don Mercedes”, excomulgado, condenado, indultado por el Pontífice, finalmente reducido al estado laical pero siempre sin excomunión.

No olvidemos a monseñor Gustavo Zanchetta, quien tuvo que afrontar un juicio ante un tribunal civil en Argentina y que encontró refugio en el Vaticano. Las acusaciones en su contra fueron calladamente desoídas por el Papa Bergoglio, que prefirió creer a su antiguo protegido cuando estaba en Argentina, y las improbables excusas que éste esgrimió. Incluso creó un puesto para él -que nunca antes había existido- en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.

Y luego está monseñor Pineda, mano derecha del que fue durante años mano derecha del Pontífice, el cardenal hondureño Maradiaga, denunciado por una carta de medio centenar de seminaristas por las razones de siempre; carta publicada en los periódicos del país; no hay noticias de medidas canónicas o disciplinarias contra él, al contrario…

Y como dije al comienzo, realmente la lista es más larga y puede comenzar desde el momento que Bergoglio fue arzobispo de Buenos Aires.

Y ahora el caso del padre Rupnik. Justamente Franca Giansoldati escribió ayer en Il Messagero [16 de diciembre]:

“Il copione del caso Rupnik sembra ricalcare una situazione analoga già accaduta in passato”

Ciudad del Vaticano – El desagradable caso de abusos del padre Errore, el artista jesuita conocido internacionalmente por sus mosaicos que adornan catedrales, santuarios e incluso la capilla del Palacio Apostólico, corre el riesgo de tener un devastador efecto dominó e implicar directamente al papa Francisco. El prepósito general de la Compañía de Jesús, el padre Arturo Sosa, tuvo que reconocer públicamente -dando un desastroso giro de 180 grados- que Rupnik había incurrido efectivamente en la excomunión por el gravísimo delito canónico de absolución cómplice, medida que alguien muy arriba decidió anular. En estas horas aumenta la presión dentro de la Iglesia para que haya transparencia sobre el “Rupnik gate” y para que se sepa quién fue la autoridad que decidió dar ese paso legal. Todo el mundo sabe que la revocación de una medida de este tipo sigue siendo un acto extraordinario que, técnicamente, sería responsabilidad exclusiva del Papa.

[…]

Sólo después de las insistentes preguntas de Associated Press, el superior general de los jesuitas, el padre Sosa, reconoció de mala gana que la Congregación para la Doctrina de la Fe había procesado a Rupnik por un caso distinto y anterior de 2019, que acabó con su condena y excomunión temporal por uno de los delitos más graves contemplado por el Derecho canónico: la absolución del cómplice. En este caso absolvió en confesión a una mujer con la que Rupnik había mantenido anteriormente relaciones sexuales. El caso se remonta a 2015. Rupnik admitió las circunstancias y se arrepintió formalmente, y la Congregación le levantó la excomunión. Queda por aclarar si el Papa había autorizado al cardenal jesuita Luis Ladaria, prefecto de la Congregación, a anular esta sentencia, o si se trató de una iniciativa autónoma del Prefecto del Dicasterio.

El escándalo estalló la semana pasada después de que dos blogs italianos, Silere non possum y Messa in Latino empezaran a hablar del incómodo pasado de Rupnik, revelando acusaciones de abusos psicológicos, sexuales y espirituales contra mujeres y religiosos. Inicialmente, los jesuitas confirmaron que se había recibido una denuncia en 2021, pero que el Vaticano había desestimado las acusaciones, que se remontaban a la década de 1990 en Eslovenia, porque habían prescrito.

Sin embargo, el general de los jesuitas -el llamado Papa negro- precisó que había mantenido restricciones cautelares sobre Rupnik, prohibiéndole confesar y celebrar retiros espirituales. Pero en su declaración del 2 de diciembre el padre Sosa no mencionó que hubiera otros cargos contra Rupnik. Porque no sólo hubo la investigación que se inició en 2021 y prescribió en octubre de 2022, sino que hubo otra anterior para la absolución de cómplices en confesión. Una circunstancia revelada por el blog Messainlatino.it e ignorada en el comunicado del 2 de diciembre.

“Puedo entender que las víctimas se sientan traicionadas”, dijo a Reuters el padre Hans Zollner, miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores y director del centro para el estudio de los abusos de la Universidad Gregoriana de Roma. “En aras de la transparencia, necesitamos saber quién sabía algo, qué y cuándo, y qué ocurrió después. Podríamos haber averiguado los distintos niveles de responsabilidad, lo que podría haber evitado todo esto”, añadió, refiriéndose a la denuncia de 2021. “Me pregunto y pregunto a mi comunidad, los jesuitas: ¿Quién podía saber? ¿Quién lo sabía? ¿Quién percibió que algo iba mal y no fue más allá?”.

Si se levantó la excomunión del padre Rupnik, en un tiempo récord, ¿quién lo decidió? Conociendo un poco los mecanismos vaticanos, dudamos mucho que el prefecto Ladaria (también jesuita, como Rupnik y el Pontífice) actuara en forma autónoma, en un caso de tal gravedad, sin informar al Papa, y muy probablemente pidiendo permiso para actuar.

Volvamos ahora al punto de partida. Si Benedicto XVI hubiera sido el responsable de todas estas cosas buenas, ¿qué habría pasado? ¿Y por qué, en cambio, todo está tranquilo ahora, aparte de algunos molestos blogs católicos y algunos periodistas aislados?

El sitio web Messa in Latino escribe: “Mientras tanto, el blog Messa in Latino pide la cabeza del padre Sosa. ¿No debería dimitir por mentir?”.

Tal vez no sólo él, antes de que el daño causado por tal comportamiento se convierta en una verdadera devastación del orbe católico.

Publicado originalmente en italiano el 17 de diciembre de 2022, en https://www.marcotosatti.com/2022/12/17/caso-rupnik-il-devastante-copione-del-papa-su-preti-sesso-e-abusi/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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