Quarracino. La “Abominación de la Desolación” en el Vaticano
15 Novembre 2022
Marco Tosatti
Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos para su atención este artículo de José Arturo Quarracino, a quien agradecemos de todo corazón. Feliz lectura.
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La “Abominación de la Desolación” en el Vaticano
“Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo (el que lea, que lo entienda) […]” (Mt, 24, 15)
“Él [el invasor] concertará con muchos una firme alianza, durante una semana; y durante la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada [por Dios] se derrame sobre el desolador” (Dn 9, 27)
La expresión que constituye el título de nuestro artículo es usada muy pocas veces en las Sagradas Escrituras: en los evangelios de san Mateo y de san Marcos en el Nuevo Testamento, y en el Libro Primero de los Macabeos y en libro del profeta Daniel en el Antiguo Testamento.
En los textos evangélicos hace referencia a los últimos tiempos, los tiempos apocalípticos que preceden a la venida del Hijo del Hombre, la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo, mientras que en los textos veterotestamentarios se refieren a hechos históricos concreto de persecuciones y tribulaciones: en el libro de las Macabeos, a la invasión de Judea por parte del rey sirio Antíoco Epifanes (en 175 a. C.), que impuso a los judíos no sólo la profanación del Templo de Jerusalén, sino también la obligación de abjurar y perjurar de su fe, para someterse a la cultura y a la religión helenista. En el libro de Daniel, a períodos de sufrimientos y persecuciones, en el marco de distintas visiones del profeta, pero enfocadas fundamentalmente en la purificación de los propios pecados, a lo largo de la historia, del pueblo de Israel contra el mismo Yahvé.
En el capítulo I del libro de los Macabeos citado, se narra el proceso de invasión, sometimiento y sumisión de Judea por parte del rey sirio, luego de conquistar Egipto. En un primer momento, asaltando el Templo y saqueando todos sus bienes sagrados y sus riquezas, en medio de abundante derramamiento de sangre. En un segundo momento, dos años después, invadiendo la ciudad de Jerusalén, matando a gran parte de la población, sembrando el miedo y saqueando las propiedades y viviendas de los habitantes de la ciudad, edificando una Ciudadela para albergar al ejército saqueador. A esto último agregó un edicto, en el que obligaba a los judíos a abandonar sus creencias y sus costumbres religiosas para seguir las costumbres y creencias helénicas y paganas, prohibiendo bajo pena de muerte el culto a Yahvé. Este proceso culminó con la instalación en el Templo de una estatua dedicada a Zeus Olímpico en el altar de los holocaustos, que el texto bíblico llama “la Abominación de la desolación” (1Mac 1, 16-54). Abominable porque reemplazaba el culto central a Yahvé por la obligación de adorar a un dios extraño, extranjero.
En el libro del profeta Daniel se cita esta frase al final del capítulo 9, en el versículo 27, en el contexto de la interrupción del culto en el Templo por parte de un rey impío extranjero y el emplazamiento de una estatua pagana en el altar de los holocaustos.
Dato fundamental de la desolación abominable es que, sobre todo en el texto histórico, es que Israel-Judá sucumbió frente al invasor sirio en gran parte gracias a la colaboración prestada por distintos sumos sacerdotes del Templo, que traicionaron la fe en Yahvé y entregaron al pueblo judío a la voracidad y crueldad del monarca sirio.
No pretendemos en lo más mínimo ser exégetas de los textos bíblicos, sino reflexionar sobre la vigencia que los mismos tienen en estos tiempos tenebrosos para el mundo y sus habitantes, no sólo para la Iglesia, convertida ésta última en sus Jerarquías en inexplicable colaboradora de los enemigos no sólo de la Iglesia, sino también y fundamentalmente y de la raza humana. En primer lugar, en varios artículos anteriores[1] hemos destacado la “renuncia” formal-informal del actual pontífice al título de Vicario de Cristo -el cual ha definido siempre una de las cualidades esenciales, o la más esencial, del oficio petrino-, convirtiéndolo en un simple dato histórico ya no más vigente, como ocurrió en la edición del Anuario Pontificio 2020 -el texto oficial del Vaticano sobre la estadística de la Iglesia Católica universal-, en el cual se dejó de presentar al papa Francisco como cabeza de la Iglesia, sino simplemente como “Jorge Mario Bergoglio”, seguido de un breve resumen de su nacimiento, su ordenación sacerdotal como miembro de la Compañía de Jesús, sus nombramientos episcopales y su cardenalato, para concluir agregando su elección pontificia y el comienzo de su pontificado. SIN NINGUNA MENCIÓN DE FRANCISCO. Como afirmamos entonces, se pueden ver claramente al final de la página, debajo de una raya trazada al medio, los títulos que a lo largo de la historia de la Iglesia definen la esencia y sustancia del Oficio Petrino, pero referenciados simplemente como títulos históricos, es decir, como cosa del pasado.
Anuario Pontificio 2020
Según nuestro humilde entender, no se trató de un error tipográfico, ni de una equivocación del editor: mediante una forma informal se estaba comunicado “oficiosamente” o en forma “informalmente oficial” que quien había sido proclamado como Papa en marzo de 2013 pasaba a ser simplemente Jorge Mario Bergoglio, el Obispo de Roma, renegando de su ser-vicario-de-Cristo, privilegiando su ser-obispo-de-Roma, aunque actuando como Pontífice reinante, pero sin serlo realmente.
Al despojarse de su esencia vicarial, le ha resultado fácil al Obispo de Roma poner a la Iglesia de Cristo a los pies de la plutocracia depredadora globalista, prosiguiendo y profundizando la ruptura con la Tradición y el Magisterio en todos los niveles posibles (dogmático, litúrgico, canónico, formativo, pastoral, etc.), y por otro lado diluyendo toda referencia a la Revelación, citándola ocasionalmente para justificar sus propias posturas.
Pero al despojarse de su título de “vicario de Cristo”, el hasta entonces papa Francisco tenía que llenar ese vacío esencial. Lo hizo mediante actitudes que, en definitiva, muestran que el obispo de Roma cayó en la mundanidad espiritual que criticara al comienzo de su pontificado.
A) Monaguillo “poeta” de la Casa Rothschild. En primer lugar, a partir del 8 de diciembre de 2020 se “presentó al mundo” la iniciativa globalista denominada “Council for the Inclusive Capitalism. With the Vatican” [Concejo para el Capitalismo Inclusivo. Con el Vaticano], en la que don Jorge Mario pasó a desempeñarse como capellán-monaguillo de la plutocracia financiera e industrial internacional -nucleada por la baronesa Lynn Forester de Rothschild-, poniendo la “poesía a la prosa” de la iniciativa, pero con el contenido religioso ecléctico, elaborado con la mezcla de todas las religiones del mundo[2].
En realidad, las acciones “heterodoxas revolucionarias al gusto del mundo” de Bergoglio previas a la creación del Concejo adecuaron a la Iglesia al nuevo mundo diseñado por la plutocracia angloamericana que conduce la famosa familia bancaria: poner en debate la indisolubilidad del vínculo matrimonial, la relativización doctrinal frente al pragmatismo, la casuística y las “circunstancias”, el “culto” de la madre Tierra, la aceptación de vacunas elaboradas con material fetal proveniente de abortos, la autoridad suprema de la ONU, la OMS y otras instituciones internacionales, la normalización de la homosexualidad en la vida de la Iglesia, el homosexualismo episcopal y cardenalicio como garantía de ascenso eclesiástico, el permiso para comulgar concedido a los políticos abiertamente pro-aborto, el rechazo de la Tradición, etc.
B) Pero el vacío cristológico del oficio petrino “necesitaba” llenarse más, con otro aporte: el de publicista y vendedor de los sueros génicos experimentales aplicados masivamente a escala mundial, mediante la coacción política y social y la inmunidad judicial, a pesar de las dudas, incertidumbres e incertezas que presenta hasta hace poco presentaba la fabricación de los mismos, sin que los gobiernos y organismos nacionales conocieran su composición y los efectos adversos que presentan a mediano y largo plazo. Como quedó evidenciado públicamente, el Vaticano fue uno de los Estados en el mundo que obligó a inyectarse a su población y su administrador provisorio fue el ferviente impulsor de su distribución y aplicación, convirtiendo el “temor al Covid” en el principio de la “sabiduría” bergogliana y a la aplicación suicida del experimento génico en un “acto de amor”. Pfizer y Bill Gates agradecidos, ya que el “papa” Bergoglio pasó a desempeñarse como gerente de marketing de las “vacunas” que se impusieron para “salvar al mundo”.
En este caso, es gravísimo que haya salido a la luz que las “vacunas” promocionadas por el pontífice no habían sido estudiadas ni examinadas como se hace en todos los casos para evaluar si detienen la transmisión, sino que se aplicaron directamente sobre la casi totalidad de la humanidad sin ninguna certeza ni garantía, convirtiendo al Vaticano y a su máxima jerarquía en cómplices de una práctica criminal, como es la de utilizar a la misma población humana como conejillo de Indias. Además del hecho que hasta el día de hoy son “secreto de Estado y de empresa” los precios pagados por los Estados a través de negociaciones secretas, con inmunidad judicial de por medio, para que Pfizer y las otras empresas productoras del suero génico experimental no sean demandadas ante los tribunales.
C) Pero poniendo en evidencia que despojarse de la impronta de Cristo forma un vacío imposible de llenar, hace pocos meses se vio al “Santo Padre” exhortar a los jóvenes a “consumir menos carne”, ya que “esto también puede ayudar a salvar el medio ambiente” (¡sic!)[3]. En este caso, el estimado obispo de Roma, al no ser ya vicario de Cristo, pasa a desempeñar como vicario de Klaus Schwab y de la Agenda 2030-Foro Económico Mundial, que desde hace unos meses promueve exactamente lo mismo, como lo muestra un breve vídeo oficial, ampliamente difundido[4]. Consumir menos carne, en el contexto del despojo total: “No tendrás nada, pero serás feliz”.
Claro como el agua cristalina: Klaus Schwab (FEM) habla y el obispo de Roma repite y acompaña. Es evidente que sin el carisma de Cristo el obispo de Roma se ve obligado a “obedecer a Klaus Schwab -y a Bill Gates- antes que a Dios”.
D) Pero respecto a la vida interna de la Iglesia hay dos iniciativas tomadas por el papa Bergoglio que apuntan a debilitar la misión de la Iglesia en el mundo. Una de ellas ha sido la involución litúrgica, por un lado suprimiendo la celebración habitual de la Misa Romana, privilegiando casi exclusivamente la celebración del Novus Ordo[5]. Y por otro lado, convirtiendo a la Basílica de San Pedro, en la que se celebraban diariamente y a lo largo de la jornada cientos o miles de Misas en los altares y capillas distribuidos en su interior, de tal forma que en las 11 ó 12 horas que estaba abierto el templo se celebraba siempre una Misa en forma ininterrumpida, para convertirla en un museo en el que sólo se celebra Misa de 7 a 9 horas de la mañana, pero concelebradas, salvo excepciones especiales y “discernidas”[6]. En el resto del día, la Basílica funciona pura y exclusivamente como un museo para pasear.
A esta involución se puede agregar también la promoción y cuasi entronización del culto a a Pachamama y la devoción a la Madre Tierra, ¿en competencia con la devoción a la Santísima Virgen y con la transformación de la tierra creada por Dios en Madre? ¿Con qué sentido?
E) Pero aún más grave ha sido la actitud dual o esquizofrénica del pontífice respecto a la cuestión del aborto, el cual ya ha adquirido características de verdadero genocidio planetario, con más de 50 millones de víctimas por año. Si bien teóricamente lo define sin más como un crimen, –“el aborto es un homicidio, el que aborta mata”, o también “¿es correcto matar una vida humana para resolver un problema? ¿Es correcto contratar a un sicario para matar una vida humana?”-[7], etc., en la práctica no sólo lo ha aceptado protegiendo a los abortistas -prohibición a los obispos estadounidenses de emitir públicamente la prohibición de la Comunión para los políticos a favor del aborto, la Comunión dada a la reconocida y confesa abortista Nancy Pelosi en una Misa papal en Roma el 29 de junio por la solemnidad de San Pedro y San Pablo[8], por ejemplo-, sino guardando absoluto silencio sobre la sentencia de la Corte Suprema de Estados Unidos que derogó la famosa sentencia Roe vs. Wade de 1973[9], con la excusa de que “respetaba la decisión”, pero que “no tenía suficiente información para hablar sobre ella desde un punto de vista jurídico”, casi dos semanas después de haberse promulgado la sentencia (¿????)[10].
Pero lo que resulta francamente lamentable es que el mismísimo presidente de la Academia Pontificia para la Vida, el arzobispo Vincenzo Paglia, haya afirmado claramente a fines de agosto que el aborto legalizado es “un pilar de la sociedad italiana”, en el sentido que es prácticamen imposible derogar la ley que lo legalizó (¿POR QUÉ?)[11]. Y más lamentable, quizás hasta repudiable, es que hayan comenzado a ser aceptados como miembros de instituciones vaticanas -como la Academia Pontificia para la Vida- intelectuales, profesionales y científicos declaradamente abortistas, convirtiendo al aborto en un tema opinable y discutible, cuando en realidad es una cuestión cuya reivindicación no tiene ningún sustento, ni ideológico, ni doctrinal ni científico, es UN CRIMEN, como lo define el mismo pontífice, aunque después él mismo firma y avala la incorporación de abortistas en las instituciones vaticanas[12].
A grandes rasgos, es perfectamente comparable la experiencia judía en el siglo II a. C, la invasión siria que hemos mencionado al comienzo, con la experiencia de la Iglesia Católica en estos últimos años: la sumisión política frente al poderoso invasor, el combate contra la cultura y las costumbres del pueblo judío, la prohibición del culto en el Templo y la adoración impuesta al pueblo de una deidad extranjera, la prohibición de la práctica de la Ley en la vida cotidiana, etc. Las mismas vicisitudes padece hoy el pueblo de Dios en la Iglesia de Cristo -la complicidad de las jerarquías religiosas, la descalificación de la Tradición como rigidez, la erradicación de la Misa Romana, la conversión de la Basílica petrina en un museo, la laxitud y liviandad de la “actitud misericordiosa” frente a la firmeza doctrinal y dogmática, la relativización del sacramento matrimonial en nombre del “discernimiento particular”, la incorporación a la vida cotidiana de la Iglesia de actitudes contrarias a la naturaleza humana y a la Revelación, la Sagrada Escritura y el Magisterio, etc.
En definitiva, en pleno siglo XXI la Iglesia Católica está viviendo también su experiencia de la abominación de la desolación bíblica: como tiempo de tribulaciones, persecuciones y traiciones, pero también de purificación, en la perspectiva escrita por el autor del Libro Segundo de los Macabeos (capítulo 6, vv. 12-16): “Ruego a los lectores de este libro que no se desconcierten por estas desgracias; piensen antes bien que estos castigos buscan no la destrucción, sino la educación de nuestra raza; pues el no tolerar por mucho tiempo a los impíos, de modo que pronto caigan en castigos, es señal de gran benevolencia. Pues con las demás naciones el Soberano, para castigarlas, aguarda pacientemente a que lleguen a colmar la medida de sus pecados; pero con nosotros ha decidido no proceder así, para que no tenga luego que castigarnos, al llegar nuestros pecados a la medida colmada. Por eso mismo nunca retira de nosotros su misericordia: cuando corrige con la desgracia, no está abandonando a su propio pueblo”. Porque es cierto que “de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe” (Carta a los Gálatas, 6, vv. 7-10).
José Arturo Quarracino
15 de noviembre de 2022
[1] En https://www.marcotosatti.com/
[2] En https://www.reutersevents.com/
[3] Mensaje del Santo Padre Francisco a los participantes en la “Conferencia de Jóvenes de la Unión Europea”, en https://www.vatican.va/
[5] Ver Traditionis custodes, Arts. 1-3, en https://www.vatican.va/
[9] Porque ésta última dio via libre al genocidio prenatal en Estados Unidos invocando un derecho inexistente: ni la tradición jurídica ni la jurisprudencia estadounidenses han declarado como derecho el acto de la mujer de matar a su hijo antes de que nazca.
[10] Entrevista con Phillip Pulella, el 4 de julio de 2022, en https://www.reuters.com/world/
[11] En “Fuera de contexto”: Pontificia Academia defiende palabras de Mons. Paglia sobre el aborto
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[12] El sacerdote y teólogo anglicano británico Nigel Biggar y el neurólogo y rabino judío Avraham Steinberg, incorporados en el 2017 a la Academia Pontificia para la Vida; el bioeticista estadounidense Robert Dell’Oro y la economista estadounidense Mariana Mazzucato, economista y miembro del Foro Económico Mundial.
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Efectivamente, bajo Bergoglio, estamos ante la abominación de la desolación en el corazón de lo más sagrado. El punto sin embargo no es, como dice el artículo, que Bergoglio se ha ” despojado de su esencia vicaria”, sino que nunca la ha tenido. Sólo asintiendo a la indagación de Andrea Cionci sobre el estado de Sede Impedida en que se encuentra el verdadero Vicario de Cristo, Benedicto XVI, se puede entender todo lo que está sucediendo. Cuanto antes se sumen a esta conclusión (estado de Sede Impedida), antes se podrán unir fuerzas para resitir lo que está aún por venir.