2 Giugno 2022 Pubblicato da Marco Tosatti

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, me parece interesante ofrecer a la atención de ustedes este comentario de un destacado católico estadounidense, Philip Lawler, centrado en las nuevas elecciones cardenalicias del Pontífice reinante, algunas de las cuales son bastante cuestionables. Feliz lectura.

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¿Qué mensaje ha enviado el papa Francisco a la Iglesia estadounidense al nombrar al obispo Robert McElroy para el Colegio de Cardenales? ¿Cómo influirán sus últimas elecciones en las perspectivas del próximo cónclave papal? ¿Qué otras opciones merecen una segunda mirada y qué prelados han brillado por su ausencia en la lista del Papa? Permítanme responder a estas preguntas, una por una.

El mensaje a los católicos estadounidenses

Algunos analistas han sugerido que la elección del obispo McElroy es una bofetada a la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. Es mucho más que eso, en realidad es toda una serie de bofetadas:

-Una bofetada a toda la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), que rechazó el intento del obispo McElroy de echar por tierra su anodina declaración sobre la responsabilidad de los votantes, y al ex presidente de la USCCB, el cardenal Daniel DiNardo, quien se vio obligado a reprender al irascible monseñor McElroy cuando éste insistió demasiado sobre la cuestión.

-Una bofetada al arzobispo de Los Ángeles, monseñor José Gómez, quien está al frente de la mayor arquidiócesis de Estados Unidos, que sigue esperando su birreta roja, en lo que ya no se puede descartar como un descuido. El arzobispo Gómez no sólo es el actual presidente de la USCCB, sino que también es el metropolitano de la región en la que presta servicio el obispo McElroy.

-Una bofetada a los católicos hispanos que constituyen la mayoría de la arquidiócesis de Los Ángeles y que siguen esperando con ansia la elevación de un cardenal hispano.

-Y, por supuesto, una bofetada al arzobispo Salvatore Cordileone, quien fue noticia la semana pasada por adoptar la postura -que el obispo McElroy criticó amargamente- de prohibir la Comunión a la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y a los numerosos obispos estadounidenses (por no hablar de los católicos laicos) que han apoyado la acción disciplinaria del arzobispo Cordileone.

Las tensiones entre el papa Francisco y la Conferencia Episcopal de Estados Unidos son cada vez más evidentes. Al regalar birretas rojas a prelados situados mucho más a la izquierda del consenso de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos -Cupich, Tobin y ahora McElroy-, el Pontífice está enviando una señal inequívoca sobre sus preferencias personales.

La forma del próximo cónclave papal

A diferencia de sus predecesores inmediatos, quienes elevaron cardenales que representaban una amplia gama de perspectivas teológicas e ideológicas, el papa Francisco ha promovido descaradamente a sus preferidos. Ahora ha elegido a una mayoría de los cardenales que elegirán al próximo Pontífice romano.

Actualmente hay 117 cardenales menores de 80 años, por lo que pueden votar en el cónclave (el cardenal Norberto Rivera, de Ciudad de México, cumplirá 80 años la semana próxima y saldrá de la lista). Con el nombramiento por parte del Papa de 16 nuevos electores, salvo cambios imprevistos, después del cónclave habrá 132 cardenales electores, de los cuales el papa Francisco habrá elegido 83: una cifra muy cercana a la mayoría de dos tercios necesaria para una elección papal.

Pero sería prematuro suponer que los resultados del próximo cónclave reflejarán necesariamente los deseos del actual pontífice. Aunque los cardenales “conservadores” serán una minoría en el próximo cónclave, serán lo suficientemente numerosos como para bloquear la elección de un cardenal del ala “progresista” del Colegio.

Más precisamente, aunque muchos de los cardenales elevados por el papa Francisco han sido sin duda progresistas, muchos otros son desconocidos. El Papa ha seleccionado un cierto número de nuevos cardenales de diócesis relativamente oscuras y ha continuado este esquema con sus últimas elecciones, incluyendo a prelados de Timor Oriental, Ghana, Singapur y Mongolia. Ciertamente, estos nuevos electores provienen de entornos claramente diferentes a los del antiguo Colegio Cardenalicio; no se deduce de esto que sus puntos de vista sobre la doctrina y la disciplina de la Iglesia sean notablemente diferentes.

Además, el papa Francisco ha elevado sustancialmente el “factor X” del próximo cónclave, al abandonar la práctica de invitar a los cardenales de todo el mundo a permanecer en Roma uno o dos días, antes o después de cada consistorio, para discutir asuntos de la Iglesia. Estos encuentros permiten a los cardenales evaluarse mutuamente, con vistas a la próxima elección. En agosto, en la primera reunión general de este tipo en siete años -que tendrá lugar en un momento en el que la salud del Papa se está convirtiendo en un tema de conversación abierto y no en susurros furtivos- comenzarán los trabajos de preparación del próximo cónclave.

Otras elecciones y omisiones notables

Una vez más, el papa Francisco ha premiado a sus aliados fieles, eligiendo otorgar birretas rojas a algunos prelados que han atraído críticas por su manejo de temas sensibles. El arzobispo Fernando Vergez Alzaga, presidente de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, es miembro de los Legionarios de Cristo, con vínculos con el tristemente célebre Marcial Maciel. El obispo de Como (Italia), monseñor Oscar Cantoni, ha tenido su nombre vinculado a dos juicios diferentes en el Vaticano.

Un caso más interesante e insólito es el del obispo Peter Okpaleke, nombrado obispo de Ahiara (Nigeria) en 2012 por el papa Benedicto XVI. Los obispos de esa diócesis objetaron violentamente la elección, porque el elegido por el Papa era miembro de una tribu rival, y se unieron a los católicos laicos para impedir que el nuevo obispo se hiciera cargo de la diócesis. Durante varios años perduró el estancamiento y la diócesis estuvo sin obispo. Finalmente, en 2018, el obispo Okpaleke renunció a su cargo “por el bien de la Iglesia” y el papa Francisco nombró un administrador apostólico para la diócesis de Ahiara. En 2020 el Papa creó la nueva diócesis nigeriana de Ekwolobia y nombró a Okpaleke como su primer obispo. Ahora, después de haber sido despreciado por sus compatriotas, monseñor Okpaleke ha sido elegido para el honor de una birreta roja de cardenal, por encima de prelados nigerianos más importantes como el arzobispo Alfred Martins, quien fue arzobispo de Lagos durante diez años, y el arzobispo Ignatius Kaigama, que fue nombrado por el papa Francisco en 2019 como arzobispo de Abjua, la capital del país.

El papa Francisco ha derrumbado el supuesto de que algunas arquidiócesis grandes son “sedes cardenalicias”, cuyos líderes deberían esperar birretas rojas. Sorprende, sin embargo, que la lista de sus elecciones no incluya a los arzobispos que él mismo nombró para Milán, Génova, Nápoles, Turín, París, Burdeos, Berlín, Praga, Sevilla, Dublín, Edimburgo, Gniezno, Cracovia, Seúl y Hong Kong.

Pero la omisión más notable de la lista del Papa es el nombre del arzobispo mayor de Kiev, Sviatoslav Shevchuk. En un momento en el que el pueblo ucraniano está sufriendo, y Shevchuk es un foco de solidaridad nacional, una birreta roja sería un signo importante de solidaridad papal.

La Iglesia católica ucraniana -que es, de lejos, la más grande de las Iglesias de rito oriental en comunión con la Santa Sede- lleva mucho tiempo buscando el reconocimiento de su líder espiritual como Patriarca católico. Iglesias católicas orientales más pequeñas (caldea, copta, maronita, melquita) han obtenido este reconocimiento. En cambio, el líder católico ucraniano recibió el inusual título de “arzobispo mayor”, en gran parte porque el reconocimiento de un “Patriarca” católico en Ucrania podría enemistar a la Iglesia Ortodoxa Rusa, que aún considera a Ucrania como parte de su “territorio canónico”. Ahora que los obispos ortodoxos de Ucrania, incluidos los anteriormente leales a Moscú, han declarado su deseo de independencia, ha llegado el momento para el Vaticano de honrar a un líder católico ucraniano.

Técnicamente, un cardenal es un clérigo de alto rango de la Iglesia Católica Romana, por lo que el nombramiento de cardenales de otras Iglesias católicas es irregular. Pero los Papas descuidaron este problema durante años, honrando a prelados orientales con birretas rojas, y de hecho el más importante predecesor del arzobispo Shevchuk en Kiev fue el difunto cardenal Lubomyr Husar. Si hubiera conferido una birreta roja al arzobispo Shevchuk, el papa Francisco podría haber enviado varios mensajes fuertes: de solidaridad con Ucrania, de respeto a las Iglesias orientales y de reprimenda a Moscú.

Publicado originalmente en inglés el 1 de junio de 2022, en https://www.marcotosatti.com/2022/06/01/philip-lawler-lo-schiaffo-del-papa-agli-americani-le-prospettive-del-conclave/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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Tag: cardinali, lawler

Categoria: Generale