Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, con gran placer publicamos este comunicado conjunto de siete movimientos católicos de solidaridad a todo el personal sanitario que estaría obligado a someterse a la terapia experimental definida como “vacuna” contra el Covid. Buena lectura y difusión. 

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La vacuna obligatoria anti-covird19, introducida en Italia con el Decreto Ley 44/2021, ya a primera vista manifiesta muchos perfiles de problemática e ilegitimidad, tanto en el plano del derecho positivo (humanitario, constitucional y ordinario) como, aún más, en el del derecho natural.

Sobre la base de esta obligación, el personal sanitario de la República Italiana está obligado a inocularse con preparados farmacéuticos producidos en tiempos muy breves, los que objetivamente se encuentran todavía en fase experimental, cuyos efectos a medio y largo plazo se desconocen (en particular para determinados tipos de individuos), sobre los que todavía está en curso un vivo debate y respecto a los cuales las reacciones adversas notificadas hasta ahora (a nivel internacional) son extremadamente graves. Además, estos preparados farmacéuticos plantean importantes problemas éticos debido al uso, para su producción, de células extraídas de fetos humanos provenientes de abortos voluntarios.

El personal sanitario se encuentra así sometido a una imposición que contrasta objetivamente con los derechos de conciencia. La conciencia, en la medida en que es recta, expresa la racionalidad natural de todo ser humano, atestigua exigencias superiores que hay que satisfacer, es testigo de la justicia y es el criterio próximo de la acción.

Nadie y por ningún motivo puede ser obligado a someterse a experimentos médicos contra su voluntad. No se puede administrar ningún fármaco experimental si no es en el marco claro y rígido de una experimentación ética y jurídicamente legítima, en la que participan exclusivamente pacientes voluntarios. Con mayor razón cuando se trata de la terapia génica con ARNm. Esto lleva a otras cuestiones críticas, que no se pueden ignorar, en relación con el uso de estas “vacunas”.

La utilización, en la experimentación y producción de estos preparados farmacéuticos, de células fetales humanas procedentes de la matanza de inocentes mediante el aborto provocado constituye una forma de cooperación con este acto, que afecta también a quienes asumen el resultado. Todo esto no puede dejar de interpelar a la conciencia moral de todo hombre. No se puede obligar a nadie a cooperar de ninguna manera con el aborto. La negativa a tomar medicamentos producidos con el uso de células fetales humanas, como exigencia ética, se presenta como un imperativo incoercible de la conciencia.

Ser coaccionado mediante una imposición reglamentaria para someterse a la inoculación de tales productos se muestra, por lo tanto, como una injusticia, como para causar violencia a la dignidad humana de quien se ve obligado a hacerlo, aunque sólo sea mediante sanciones administrativas y disciplinarias o mediante la amenaza de descenso de categoría o pérdida del empleo.

La respuesta sólo puede ser la objeción de conciencia, de ahí la negativa a someterse a un mandato racionalmente percibido como inicuo y prevaricador.

La objeción de conciencia significa oponer, con la mente abierta, el mandato injusto a la verdad ética y jurídica, pisoteada por el poder, testimoniando, como Antígona, la primacía del derecho y de la ley moral natural sobre cualquier norma positiva.

La objeción de conciencia, acto supremamente noble y moralmente digno de la persona humana, de la que la historia de la humanidad está admirablemente nutrida, no excluye, es más, requiere, en circunstancias particulares, una organización inteligente de la desobediencia civil que vea a todos los hombres de buena voluntad colaborar para hacer más eficaz el rechazo opuesto al mandato injusto, para proteger bienes no protegibles de otra manera y expresar su debida libertad.

Al expresar la solidaridad, firme y convencida, a todos los trabajadores de la salud, sometidos a una legislación injusta y opresiva, y en particular a los que, a sabiendas y con valor, se niegan a la vacunación obligatoria, indicamos la necesidad de una “alianza moral” entre los objetores de la salud y todos aquellos juristas, periodistas, estudiosos, hombres involucrados en las instituciones representativas, así como los que luchan en defensa del derecho a la vida y que comparten con ellos las razones de la objeción de conciencia.

También a la luz de los principios de lo que se deduce de la legislación vigente, así como de las Declaraciones de trascendencia internacional, entre las que destaca la Convención de Oviedo, estamos al lado de todos los trabajadores de la salud, invitándoles a no ceder a las presiones, intimidaciones y amenazas, contrarias a sus derechos objetivos, oponiendo, a toda coacción injusta, la fuerza de la verdad y del derecho de la que es testigo la recta conciencia.

Por el “nuevo movimiento provida”:

Mirco Agerde – Movimento Mariano Regina dell’Amore

Gianfranco Amato – Associazione Nazionale Giuristi per la Vita

Antonio Brandi – Associazione Pro Vita & Famiglia

Giorgio Celsi – Associazione Ora et labora in difesa della vita

Francesco Fontana – Associazione Iustitia in Veritate

Giovanni Formicola – Comunità Opzione Benedetto

Massimo Viglione – Confederazione dei Triarii

Publicado originalmente en italiano el 10 de mayo de 2021, en https://www.marcotosatti.com/2021/05/10/sette-mov-cattolici-obiezione-contro-lobbligo-dei-vaccini-sperimentali/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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